domingo, 29 de enero de 2023

Guido Davide Neri: Karel Kosík y la "praxis" marxista (1966)

 



Karel Kosík y la "praxis" marxista [*]

Guido Davide Neri


En la segunda parte de este trabajo hemos hecho amplias referencias a la Dialéctica de lo concreto de Karel Kosík (publicado en Praga en 1963) [1]. Dado el gran interés de este libro para la recuperación de algunos conceptos claves del marxismo, como el de praxis, trabajo, economía, etc., esterilizados en la tradición del escolasticismo marxista, nos parece útil dar aquí una reconstrucción esquemática de las ideas de Kosík, siguiendo el hilo conductor de esos mismos conceptos. Advertimos pues, preliminarmente al lector que aquí referimos únicamente algunos de los temas desarrollados en la Dialéctica de lo concreto.

La praxis 

En las partes precedentes hemos hablado bastante de la reinterpretación del concepto de praxis que debemos a Lukács. Kosík se vincula a éste en buena medida. La praxis para él no es algo automático o repetitivo, como tampoco la técnica de la manipulación, el arte de dominar y de aplicar para fines extraños al hombre y a la naturaleza o una técnica impersonal de dominio y de gobierno. Por de pronto la praxis no es nada impersonal o puramente objetivo sino que su definición es imposible sin la referencia al hombre y a la subjetividad. "En el concepto de la praxis la realidad humano-social se descubre como opuesta al ser dado, es decir, como formadora y al mismo tiempo como forma específica del ser humano. La praxis es el plano del ser humano". En cambio, se ha querido individualizar la praxis en el movimiento objetivo de las cosas, en un movimiento "dialéctico" que incluiría al hombre como una parte y como cosa entre las otras cosas. Pero el problema de la totalidad del mundo "comprende al mismo tiempo (...) el modo con que el hombre descubre esta totalidad" [2].

En las expresiones citadas la noción de praxis es muy afín a la del joven Lukács. Las diferencias, en cambio, se advierten cuando se pone dicho concepto en conexión con el de la teoría, y sobre todo con el problema del radio de la teoría. A este respecto la opinión "popular" suele prolongarse inadvertidamente en las opiniones filosóficas tradicionales que hacen de la praxis y de la teoría dos términos distintos y accidentalmente antitéticos. Ahora bien, frente a la tendencia idealizante, tendiente a transformar la realidad en pensamiento, el marxismo corriente ha creído poder dar vuelta a las cartas, instrumentando la teoría como momento útil de la praxis o negándola en general como ideología (como superación o eliminación de la filosofía). Lukács, por su parte, al rechazar la acepción de praxis como practicismo y al tergiversar la idea, no llega a caracterizar con mayor claridad el sentido propio de la teoría.

Kosík plantea correctamente la cuestión, a nuestro modo de ver, al afirmar que nuestra "reproducción espiritual de la realidad" (teoría) "no puede entenderse más que como uno de tantos modos de relación práctica humana con la realidad". No es, pues, un simple correlato de la praxis sino su modalidad específica. Como momento bien diferenciado de la praxis, la teoría participa mediante sus formas en la "determinación de la existencia humana como elaboración de la realidad". La reproducción espiritual de la realidad no sería posible independientemente de la creación compleja (por lo mismo no sólo teórica) de la realidad humano-social. Pero, por otra parte, dentro de esta compleja praxis humana el hombre "se abre" "a la totalidad del mundo" en la forma especial de la praxis cognoscitiva. "A la totalidad del mundo" significa tanto el mundo humano social como el no-humano y natural. "Mientras que las más variadas formas del subjetivismo social (sociología del conocimiento, antropologismo, filosofía del cuidado) han encerrado al hombre en una sociabilidad y practicidad entendidas subjetivamente, dado que, según sus ideas, el hombre en todas sus creaciones y manifestaciones se expresa siempre y solamente a sí mismo y a su condición social (...) la filosofía materialista, en cambio, sostiene que el hombre, por la praxis y en la praxis como proceso onto-creador, crea también la capacidad de penetrar históricamente detrás de sí y en torno suyo, es decir, es capaz de abrirse al ser en general. El hombre no se halla encerrado en su animalidad o en su sociabilidad porque no es sólo un ser antropológico, sino que está abierto a la comprensión del ser sobre la base de la praxis; es, por tanto, un ser antropocósmico" [3].

Con esto se plantea en líneas generales el problema clave de la filosofía moderna y del marxismo, el de la relación del hombre con la naturaleza, y por ende, del conocimiento de la naturaleza. Polemizando contra el naturalismo objetivista (infiltrado también en el marxismo), que quería reducir a una sola dialéctica objetiva de las cosas ciertas cosas determinadas como el hombre y la sociedad, Lukács había hecho el año 1923 una refutación explícita de la dialéctica de la naturaleza. El concepto de dialéctica no puede darse sino en conexión íntima con la praxis humana. La empresa "práctica" humana de que se hace portadora en nuestra época la conciencia de clase del proletariado, no se prolonga fuera de la sociedad humana. En la segunda parte de este libro hemos visto cómo Lukács con esta postura termina por entregar todo el terreno del conocimiento de la naturaleza a la jurisdicción del conocimiento "analítico", excluyendo de su constitución y elaboración los caracteres de la auténtica practicidad humana y reafirmando el "dualismo ontológico" característico de la Razón dialéctica de Sartre [4]. Kosík critica este planteamiento, si bien, fuera de cierto esoterismo terminológico, su intención sea totalmente opuesta a la de dar curso libre a la vieja "dialéctica natural" de Engels. Por el contrario, se trata de poner fin al agnosticismo tradicional acerca de la naturaleza y el puesto que el hombre ocupa en ella como ser natural; agnosticismo que se traduce rápidamente en las más diversas formas de "desacralización" científica y de instrumentación practicista de la naturaleza; en una falta fundamental de sentido de su autonomía (que se manifiesta en la reducción de la naturaleza a "categoría social"), y en fin, en un escepticismo más o menos declarado acerca de la cognoscibilidad de la naturaleza por parte del hombre. "Si en la industria, en la ciencia y en la cultura existe la naturaleza para el hombre como naturaleza humanizada, no depende de esto el que la naturaleza en general sea una "categoría social", dado que la "existencia absoluta de la naturaleza no se halla condicionada por nada ni por nadie". Es cierto, en cambio, que el hombre, "con su existencia, que es la praxis, posee la capacidad de superar la subjetividad propia y de conocer las cosas tal como realmente son. En la existencia del hombre no se reproduce solamente la realidad humano-social, sino también la realidad en su totalidad" [5].

Estas observaciones acerca de la teoría es de lo mejor que contiene el libro. Es inútil decirlo, el profundo sentido que Kosík demuestra tener para el valor y lo típico de la actividad cognoscitiva, no pueden cotejarse con las insípidas doctrinas del reflejo o de la imagen, basadas en un "realismo" inventado, que inútilmente se buscaría en Marx. Esta polémica aparece implícita en el trabajo de Kosík, que por otro lado manifiesta hasta en la terminología tener otra intención respecto a la realidad. En sus páginas aparece expresamente la imposibilidad de captar la realidad como un mecanismo que nosotros podemos reconstruir a partir del "reflejo", sino a la inversa, reconstruir el reflejo partiendo de la realidad. Resultan, pues, imposibles todas las bravatas hipotético-constructivas de esa gnoseología que se hace pasar por marxista. Kosík habla de "apertura a la realidad", pero esta apertura no representa un "agujero del pensamiento" sino que se realiza en la praxis general, y en su interior, en la praxis teórica. Puede sorprender, sin embargo, que en este punto de su trabajo, quizás con relación a su crítica de la filosofía heideggeriana del cuidado, Kosík no haya dado un paso adelante para hallar de una manera más lúcida y libre de todo llamamiento a la sabiduría, la temática original de la intencionalidad. Con todo, su caracterización del "momento existencial" (cfr. más adelante) y de la actividad de la conciencia, su crítica a la clausura antropológica de la filosofía de la preocupación lo llevan a las proximidades de la noción básica de la fenomenología. U na explícita tematización de la "apertura" como intencionalidad nos parece importante en Kosík, dado que en su libro se afirma que el hombre sobrepasa en su conciencia su propia finitud y los propios límites antropológicos, pero no cómo acontece esto y bajo qué modalidades específicas de conciencia. Análogamente está bastante clara la aparente paradoja por la que el hombre, una cosa entre las cosas, no es un simple objeto de una dialéctica generalizada, y el hecho de que la totalidad comprende también el modo con que se manifiesta a la conciencia, etc. Todos estos temas los plantea correctamente Kosík en su libro, pero en su desarrollo no debería evitar un cotejo con el más grande análisis moderno de la subjetividad consciente [6].

Crítica de la filosofía de la preocupación

La reanudada crítica del sentido original marxista de la praxis, frente a su deformación en sentido del practicismo y la consiguiente desvalorización de la "teoría", constituye el centro del libro de Kosík. Ese mismo tema se encuentra en las páginas dedicadas a diversos aspectos del pensamiento contemporáneo, especialmente a Ser y Tiempo de Heidegger.

La elección de este término de referencias no es casual, dado que la obra principal de Heidegger se vincula a Historia y conciencia de clase por una serie de nexos que hemos ya subrayado [7]. Kosík desarrolla con mucha penetración ciertos aspectos de una problemática común a Lukács y a Heidegger, como, por ejemplo, la crítica del conocimiento pseudo-racionalista y "contemplativo". De hecho, la "realidad, escribe Kosík, no se presenta al hombre en primer término bajo el aspecto de un objeto que hay que intuir, analizar y comprender teóricamente -cuyo polo opuesto y complementario es precisamente el sujeto abstracto consciente (...)- sino como el campo en que se ejercita su actividad práctico-sensible, en base a lo cual surgirá la intuición inmediata práctica de la realidad". Kosík alude a las ideas heideggerianas de la "preocupación" y de "hallarse preocupado", los dos modos en que el hombre, sujeto impersonal, vive -según Heidegger- perferentemente abocado a la inautenticidad. El sentido de la preocupación es doble, y Heidegger es bien consciente de ello, en cuanto esta modalidad de la existencia puede ser comprendida en la reintegración al sentido auténtico del Ser. Para Kosík lo cotidiano, vivido preferentemente en la manera de "hallarse preocupado", de preocuparse, representa únicamente la metamorfosis específica del trabajo en la sociedad del siglo XX. En este sentido la preocupación es únicamente el modo de aparición subjetivo y parcial de la praxis humana. "En la preocupación se expresa y se realiza la dependencia del individuo con respecto a la realidad social, la cual se presenta al individuo "preocupado" como un mundo cosificado por la manipulación y por el hallarse preocupado. El preocuparse, como apariencia universal y reificada de la praxis humana, no es producto y creación del mundo humano objetivamente práctico, sino más bien la manipulación del orden existente como complejo de medios y de exigencias civiles. El mundo de la praxis humana es la realidad objetivamente humana en su nacimiento, en la producción y reproducción, mientras que el mundo de la preocupación es el mundo de los aparatos ya dispuestos y de su manipulación. Desde el momento que tanto el obrero como el capitalista viven en este mundo fenoménico de preocupación en el siglo veinte, parecería que la filosofía de este mismo mundo debería ser más universal que la filosofía de la praxis humana. Esta pretendida universalidad deriva del hecho de que se trata de la filosofía de la praxis mistificada, de una praxis que no se presenta como actividad humana transformadora, sino como manipulación de cosas y de hombres. El hombre como preocupación no sólo está "arrojado" en el mundo, que existe como realidad ya dada, sino que se mueve en este mundo, que es creación humana, como en un complejo de aparatos que él es capaz de manejar sin tener que conocer su verdadero movimiento y la verdad de su ser". Mientras que la verdad relativa del análisis heideggeriano de la existencia consiste en haber sabido describir la forma fenoménica de la realidad social de nuestro tiempo, la mistificación estriba en el hecho de que presenta esta forma fenoménica no como tal, sino como determinación esencial del ser-en-el-mundo del hombre; en no haber reconocido más allá de la forma superficial y mistificadora el carácter estructural y fundamental de la praxis humana. "Si la preocupación significa enredo del individuo en las relaciones sociales vistas desde el punto de vista del individuo que en ellas está comprometido, es también un mundo super-subjetivo, visto por el sujeto. La preocupación es el mundo dentro del sujeto". Paralelamente, "preocuparse es el aspecto fenoménico del trabajo abstracto. El trabajo se subdivide y se despersonaliza de tal manera que aparece como una simple ocupación y como una manipulación en todas las esferas, en la material, en la administrativa y la espiritual. Se constata que la categoría del trabajo de la filosofía clásica alemana queda sustituida en el siglo veinte por la preocupación, con lo cual se concreta un determinado aspecto fenoménico del proceso histórico. La sustitución del "trabajo" por la "preocupación" no refleja una característica del pensamiento de cada filósofo o de la filosofía en general, sino que más bien expresa en cierta medida los cambios de la misma realidad objetiva. El paso del "trabajo" a la "preocupación" refleja el proceso del fetichismo progresivo de las relaciones humanas, en el que el mundo humano se manifiesta a la conciencia obrera e determinada en la ideología filosófica) como un mundo de complicaciones y de maraña, de relaciones y vinculaciones, donde el movimiento social del individuo se desarrolla como interdependencia, ocupación, omnipresencia, de adhesión, en una palabra, de preocupación" [8].

El trabajo y la conciencia

El tema del trabajo nos permite arrojar una mirada más profunda acerca del origen de las mistificaciones especulativas contemporáneas y sobre la realidad de nuestra sociedad. Mientras en el Renacimiento la creación y el trabajo se encuentran aún unidos, "el capitalismo rompe este vínculo directo, separa el trabajo de la creación, los productos de los productores y transforma el trabajo en una fatiga no creadora y extenuante", adjudicando la creación "más allá de las fronteras del trabajo industrial". ¿Pero qué es el trabajo? Descartadas las tentativas de definición sociológica, que por su planteamiento están condenadas a no ver en el trabajo más que ciertos aspectos fenoménicos, debemos notar que después de Marx nunca se afrontó la cuestión filosófica de la definición del trabajo. La problemática del trabajo se conecta íntimamente con la problemática ontológica que concierne al hombre mismo. "El trabajo es un proceso que invade a todo el ser del hombre y constituye su especificidad", "en el que se da algo del hombre y de su ser, así como también del mundo del hombre". El hombre y el animal parecen ser igualmente "prácticos", pero en la satisfacción del deseo humano se inserta un goce, una mediación en la que se forja también la dimensión del tiempo humano. "En el trabajo y por medio del trabajo el hombre domina el tiempo (mientras que el animal es dominado por el tiempo), ya que un ser capaz de resistir a una inmediata satisfacción del deseo y de contenerlo activamente hace del presente una función del futuro y se sirve del pasado, es decir, descubre en su obrar la triple dimensión del tiempo como dimensión de su ser" [9]. Desde el momento en que el hombre se reconoce a través de su propio trabajo y crea para sí las propias dimensiones existenciales, es decir, mientras el objeto es arrancado de su contexto original natural y es humanizado, el hombre llega a su propia objetivación, sin la cual sería imposible la constitución de la dimensión temporal. Aquí es donde se inserta una razón más de crítica a la "filosofía de la preocupación". "La opinión difundida de que el hombre es el único ser que sabe que es mortal porque solamente a él se le revela el futuro, al término del cual se vislumbra la muerte, idealistamente desfigurada en la interpretación existencialista, porque debido a la limitación de la existencia humana se considera la objetivación como una de las formas de fuga de la autenticidad, cuando en realidad es un ser para la muerte. Pero el hombre sabe que es mortal sólo cuando distribuye el tiempo en base al trabajo como acción objetiva y creación de la realidad humano-social. Sin la acción objetiva, en la que el tiempo se desdobla en futuro, presente y pasado, el hombre no podría saber que es un ser mortal" [10].

El análisis de los núcleos centrales, es decir, de los conceptos de praxis y de trabajo, permite a Kosík importantes aclaraciones y replanteamientos de toda una serie de categorías filosóficas. No podemos detenernos en cada una de ellas, pero al menos podemos seguir sus pasos.

Si es cierto que el hombre se realiza en el trabajo como ser práctico, la praxis comprende, además del trabajo, el momento existencial, la actividad objetiva con que el hombre marca mediante sus sentidos el material natural; la subjetividad consciente que brota del trabajo y los sentimientos que se vinculan con la constitución de la temporalidad, como 'la angustia, la náusea, el miedo, el gozo, la risa, la esperanza". El momento "existencial" es el momento del "reconocimiento" en el que (Kosík se refiere al célebre pasaje de la Fenomenología hegeliana) "el trabajo del esclavo es sentido y comprendido como trabajo servil, y como tal existe en la conciencia del esclavo" [11]. Esto no significa que puedan contraponerse los dos términos que dan forma ideológica al fetichismo moderno de la praxis humana, el trabajo como necesidad y "el arte" (o la vida estética) como libertad. Tampoco hay que entender en ese sentido la afirmación de Marx, para quien el reino de la libertad comenzaría más allá de las fronteras del trabajo. Esta contraposición "aproximativa" oculta el hecho de que el trabajo, vinculado a la esfera de la necesidad, va mucho más lejos creando los presupuestos de la libertad y que el proceso, que conduce de la mera necesidad a la toma de conciencia, es un solo proceso. Esto aparece evidente cuanto más se considera el trabajo no como realidad histórica determinada del capitalismo moderno (que se refleja en las conciencias como preocupación) sino como algo más universal, implícito ya en el análisis hegeliano.

Concretada así la praxis en el sentido filosófico del trabajo y de la conciencia que surge de él, es posible llegar a una aclaración esencial de la idea marxista de economía, en torno a la cual giran muchos de los análisis particulares de la Dialéctica de lo concreto.

Interpretación de la "economía"

De los escritos de juventud al Capital, si se toman filosóficamente y se elaboran las categorías del trabajo y de la praxis, no encontramos en Marx "nada de económico" [12], como advierte Kosík. Si el trabajo representa la mediación esencial práctica con que el hombre objetiva en la naturaleza sus sentidos humanos, ¿no debemos partir del trabajo para explicar el sentido de la economía? Por eso, tantas definiciones mediante las cuales trata Kosík de captar y aislar un plano especial de la economía, parecen hijas directas de la categoría ya definida del trabajo. Mientras el trabajo es la misma actividad con la que el hombre extrae de la necesidad los presupuestos de la propia libertad, la economía aparece como la "esfera" correspondiente, en que este proceso se concreta. La economía es, por tanto, "la totalidad del proceso de producción y de reproducción del hombre como ser humano-social", que comprende no sólo la producción de los bienes materiales, sino también "las relaciones sociales en torno a las cuales se realiza esta producción consideradas como relaciones objetivas. La economía es, en suma, "el mundo objetivo de los hombres y de sus productos sociales", y en cierto modo el espíritu objetivo de las relaciones y de las instituciones, de las condiciones sociales. Este mundo tiene por fundamento la producción de los bienes materiales (el trabajo) y a su vez (con el trabajo) constituye la base de las ideas, emociones, de las cualidades y de los sentimientos humanos. Esto permite a Kosík explicar la prioridad y la contrariedad de la economía, que se basa en la prioridad de la praxis y del trabajo, haciendo uso discreto de una terminología mecanicista como la de estructura y superestructura, que acaba por aprehender a los marxistas mejor intencionados, aun cuando estén dispuestos a "jurar mil veces" que tratan de hacer uso crítico de la misma. Por otra parte, para Kosík esta esfera de la objetivación económica presenta una doble característica. Constituye un lugar de paso, necesario en toda forma de vida social y aun en el comunismo, del sujeto que se objetiva en el mundo. Y por otra parte, puede individualizársela en su validez de principio, únicamente como un grado indeterminado pero de tanto en tanto determinable en tal o cual relación. Como la praxis humana, así como también la "estructura económica" en cuanto producto de la praxis humana, no es necesariamente -como en el mundo cosificado del capitalismo tiende a ser- un dato o una condición extraña al hombre, sino que puede ser analizada en su origen. "Dado que hemos emprendido la indagación de la economía partiendo del análisis del trabajo, la economía misma se nos ha manifestado originalmente no como una estructura económica dada ya, como una plataforma histórica ya formada, o como una unidad de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción, sino más bien como una realidad humano-social que se va formando y constituyendo, realidad fundada sobre el obrar objetivamente práctico del hombre" [13].

En la praxis se trata del sujeto y de ese sujeto-objeto que es el ser social. La economía y las categorías económicas no tanto "contienen" el ser social cuanto lo "determinan" y la tarea de resolver esta determinación está reservada al análisis teórico que debe entenderla como "expresión de la actividad objetiva de los hombres y del lazo de sus relaciones sociales en determinadas etapas históricas del desarrollo. En suma, la economía en vez de ser concebida como el fundamento último de toda explicación, tiene su verdad en un estrato anterior, en la praxis humana y en el trabajo, así como la teoría económica representa únicamente el grado correspondiente, aun cuando sea adecuado, de la determinación especulativa.



[*] Este texto se incluye como "Apéndice B" dentro de la obra de Guido Davide Neri: Praxis y conocimiento. Marxismo y fenomenología, publicado en castellano por la editorial Tiempo Nuevo en 1972.

[1] Milano, Bompiani, 1965. Trad. por Gianlorenzo Pacini. Las páginas que siguen constituyen (con leves retoques) una parte de nuestro artículo publicado en la revista "Il filo rosso" (Milán), nº 10, enero-marzo 1965, bajo el título: "Karel Kosík: interpretación de la praxis". El lector nos perdonará algunas, repeticiones con respecto al texto.

[2] Op. cit. pp. 242 y 248.

[3] Op. cit. p. 247.

[4] Cfr. SARTRE, Critique de la raison dialectique, tom. I, Introducción A), I-11. 

[5] Op. cit. pp. 273-374.

[6] Ver para el desarrollo autónomo de la temática de la intencionalidad pp. 27 ss. de la O.c. 

[7] Ver el c. XI.

[8] Cfr. el capítulo "Metafísica de la vida cotidiana", O.c. pp. 75 ss.

[9] Op. cit. p. 224.

[10] Op. cit. p. 227. 

[11] Op. cit. p. 246.

[12] Op. cit. p. 232.

[13] Op. cit. pp. 232-233.