lunes, 17 de agosto de 2020

Las clases y la estructura real de la sociedad (1958)



Las clases y la estructura real de la sociedad (1958)

Karel Kosík [*]

 
I

Si bien todo análisis marxista de la sociedad opera rutinariamente con conceptos como clase, burguesía, proletariado, ideología de clase, etc., es decir, con categorías que en su unidad orgánica conforman la teoría marxista de las clases, una rápida mirada crítica revela que el carácter obvio de esto conlleva un serio peligro. En la obviedad inmediata con que son usados estos conceptos, se pierde, por encima de todo, el carácter y el significado de la teoría marxista de las clases, se escapa todo lo que es nuevo en la contribución de Marx y, al mismo tiempo, desaparece lo que hace de las observaciones de Marx una genuina teoría de las clases. Si emprendemos un camino de vuelta desde los llamados "análisis de clase" e interpretaciones de clase a sus bases teóricas, descubrimos que su punto de partida no es la teoría marxista de las clases en su totalidad, sino varios aspectos aislados de esta teoría, que se elevan al nivel mismo de la teoría. Estos incluyen en particular los siguientes:

1. Academicismo descriptivo y socialismo escolástico, que entiende la teoría de las clases como una doctrina sobre la definición y la clasificación de los estratos y las clases sociales. Según este enfoque, la teoría marxista de las clases se reduce a una definición formalmente lógica de conceptos, a una determinación de las diferencias entre clase, estatus de grupo y estrato. En oposición a la sociología burguesa, que en su mayor parte sitúa las clases sociales dentro del ámbito de la distribución, el espíritu crítico de este concepción se agota en el énfasis en el aspecto fundamental de las clases -su conexión con la propiedad de los medios de producción. Un representante típico de este enfoque es Karl Kautsky [1]. Es enteramente natural que los sociólogos burgueses, que ven la teoría marxista de las clases desde esta perspectiva, le reprochen a Marx que no definiera exactamente las clases en ninguna parte de su obra, que no dejara claro cuántas clases reconoció, etc. [2] Esta concepción se basa, por tanto, en el supuesto de que definir correctamente es suficiente para permitir el conocimiento científico.
 
2. La aparente antítesis de la concepción anterior es el practicismo empírico, que identifica la teoría marxista de las clases con un sistema de reglas sobre la conducción de la lucha de clases, con un conjunto de nociones empíricas sobre las formas y métodos de los conflictos de clase. La relación entre esta concepción y la teoría de las clases puede compararse con la relación entre el cameralismo y la economía política. No es una teoría de las clases, sino un conjunto de nociones y reglas empíricas derivadas de la práctica inmediata y enfocadas inmediatamente a la práctica, sin ninguna mediación teórica. En contraste con la concepción académica y escolástica previa, que "reconoce" la teoría marxista de las clases, excepto por la dictadura del proletariado (que es rechazada tanto por el marxista Kautsky como por el no-marxista Gurvitch), esta concepción enfatiza el significado cardinal de la dictadura del proletariado como criterio para la adherencia al marxismo. Aun así, no importa cuán enorme pueda ser el abismo práctico-político entre las dos concepciones, ambas coinciden en un punto importante: entienden la dictadura del proletariado sólo desde la perspectiva de la táctica política, y en esta unilateralidad la aceptan o rechazan. En ambos casos la política y la filosofía son separadas, y la dictadura del proletariado no es comprendida como una unidad de lo metodológico con lo revolucionaria e históricamente transformador, sino exclusivamente como un cuestión de política ordinaria, táctica y programa político.
 
3. La interpretación de la teoría marxista de las clases como doctrina para revelar intereses ocultos de clase, para revelar al hombre social como un hombre esencialmente económico. Esta representación, que ve como tarea de la ciencia revelar el trasfondo real de las opiniones políticas, estéticas, filosóficas y demás, que es el interés de clase, eleva el interés a motor impulsor principal de los acontecimientos sociales; por lo que entiende el marxismo como una teoría de los motivos ocultos de la conducta social, que por supuesto lo sitúa entre las teorías subjetivistas. El interés se vuelve el sujeto real de la historia. En lugar de las categorías lógicas de Hegel, que encarnan y crean a la realidad, entra en acción el interés de clase, que es el demiurgo de lo real. En lugar de transiciones reales y análisis concretos, basta tener en reserva el "interés" como explicación universal de los procesos sociales. En esta concepción, la tesis de Marx de que el hombre es el conjunto de relaciones sociales ha sido invertida en forma vulgar y proclamada como homo oeconomicus.
 
4. La interpretación empírico-sociológica de la teoría de las clases, que durante los dos últimos años se ha popularizado especialmente en Polonia. Las tendencias contradictorias en la investigación de la estructura de clase de la sociedad contemporánea, como se expresan en el mundo capitalista, particularmente en la sociología estadounidense, y en el campo socialista, especialmente en Polonia, dan la impresión a primera vista de un mero intercambio de lugares entre ellas. Mientras en la sociología estadounidense, como representante mundial del empiricismo, muchos representantes reconocen ahora la insuficiencia de la mera investigación social para comprender la estructura de clase de la sociedad, en Polonia, en cambio, los sociólogos acuden en manada hacia la investigación empírica como factor decisivo para liberar las ciencias sociales de la esterilidad y permitir el conocimiento científico concreto de la clase trabajadora y otros estratos sociales de la sociedad socialista. Ambas tendencias opuestas prevalecen -vistas desde fuera- porque los viejos métodos, cuyo lugar están tomando, se probaron decepcionantes no dieron los resultados esperados. De cualquier modo, la dirección positiva en que están avanzando estas tendencias opuestas no está del todo clara y contiene dentro de sí las semillas de su futuro colapso. En los Estados Unidos esta tendencia se caracteriza por un alejamiento de los métodos empíricos de Warens [3] y una inclinación hacia la metodología de Max Weber. Aunque Weber no puede ser y no es el punto final de esta tendencia, se vuelve al menos una meta visible y claramente formulada a la cual es posible dirigirse, y cuyo método y aparato conceptual pueden aceptarse sin modificaciones. En los Estados Unidos este es un proceso complejo y contradictorio, que contiene una tendencia tanto a apologéticas más sofisticadas como a un criticismo más profundo de la sociedad imperialista (los representantes típicos de ambas tendencias, Mayer [4] y Mills [5], con quienes se tratará más abajo, toman Max Weber como su punto de partida). Pero el camino de la sociología polaca contiene un peligro latente de quedar cautivo en la impotencia y la esterilidad  contra la que se levantó. Los defensores de la investigación empírica, que justifican la legitimidad de su disciplina argumentando que es necesaria para conocer a la clase trabajadora bajo el socialismo (ya que supuestamente sigue siendo algo desconocido) [6], caen en el evidente error de creer que pueden llegar a tal conocimiento a través de estos medios. La revuelta empírica contra la esterilidad dogmática es sólo una protesta contra el pasado; no es todavía su superación. La adopción crítica de los métodos burgueses de investigación empírica sin una adopción y elaboración críticas de la teoría marxista de las clases debe dirigir inevitablemente hacia un callejón sin salida. Conocer a la clase trabajadora contemporánea significa conocer la sociedad contemporánea en su estructura interna y su tendencia histórica concreta. La complejidad de esta tarea se determina por el carácter complejo de la época misma: la existencia de dos sistemas sociales en su forma histórica concreta.
 
Una característica común de todas las concepciones precedentes, sin importar cuánto varíen en sus detalles, es el hecho de que se separan del método marxista, y como resultado entienden la teoría de las clases como un resultado terminado, como una cuestión aislada, separada tanto de la concepción materialista de la historia como de la praxis histórica revolucionaria del proletariado.
 
La teoría marxista de las clases, cuyas ideas principales están brevemente resumidas en la famosa carta de Marx a Weydemeyer [7], difiere fundamentalmente de las interpretaciones unilaterales y distorsionadas descritas más arriba. El mismo hecho de que las ideas que Marx expresó en esta carta, citada en innumerables ocasiones, sigan siendo incomprendidas o vulgarmente distorsionadas en estas interpretaciones atestigua el abismo entre estas concepciones y la teoría marxista de las clases. En la carta en cuestión, Marx rechaza la presunción de que hubiera descubierto la existencia de las clases y sus luchas en la sociedad. Ya antes de Marx, Ricardo en particular había revelado la anatomía de clase de la sociedad moderna, y también historiadores franceses habían presentado una historia de las clases y de las luchas de clase. La contribución de Marx radica en el hecho de que el conocimiento del papel histórico del proletariado, es decir, el descubrimiento del sujeto revolucionario real de la historia, se volvió la base para establecer una ciencia de la sociedad como ciencia del presente [8]. Para Marx y el marxismo, la problemática de las clases y de la lucha de clase no es una cuestión exclusivamente táctica o política, sino un problema fundamental del desarrollo histórico, de la comprensión científica y de la transformación revolucionaria del presente. A partir de aquí puede explicarse por qué las clases y la teoría de las clases no sólo son importantes para el marxismo por razones táctico-estratégicas o sociológicas, sino también, y por encima de todo, filosóficas, puesto que desde la perspectiva de la teoría de las clases de Marx se desarrollaron nuevas formulaciones para cuestiones explícitamente filosóficas, como la relación entre sujeto y objeto, necesidad y libertad, verdad absoluta y relativa, etc. En sentido estricto, la contribución de Marx a la teoría de las clases se caracteriza por dos descubrimientos: el historicismo marxista y el sujeto revolucionario real de la historia.
 
La conexión de la teoría marxista de las clases tanto con la filosofía como con la táctica y estrategia políticas distingue fundamentalmente al marxismo de varias concepciones sociológicas de las clases, que esencialmente son una mera descripción de la existencia de las clases pero no son capaces de revelar la realidad de las clases, es decir, no son capaces de convertirse en una teoría del proceso real de la abolición de todas las clases. Estas teorías son o una apología abierta de la dominación capitalista o meras indagaciones sociológicas de fenómenos parciales de la estructura de clase, arrancados de sus contextos sociales y sus contextos de desarrollo. En la teoría marxista, basada en el conocimiento del papel histórico del proletariado, la praxis no existe como un cuerpo extraño, adjunto desde fuera a una teoría ya formada, sino que es un momento de esta teoría. Solo sobre esta base pueden superarse los extremos tradicionales de la apologética y la utopía, en los que la ciencia burguesa se mueve todavía hoy: o estancamiento dentro de la facticidad de relaciones dadas y, por lo tanto, petrificación de estas relaciones, o creación de un ideal fuera de la sociedad, fuera de las tendencias de desarrollo, un ideal para cuya realización no existen fuerzas.
 
El historicismo marxista reside en el hecho de que entiende el presente como una transición, como un momento del desarrollo histórico, y por lo tanto como algo mediado, si bien naturalmente no niega la inmediatez, es decir, la unicidad y la especificidad de cada etapa y época históricas. La clase trabajadora, como sujeto real de la época contemporánea, no es un observador externo y por tanto imparcial del proceso histórico, sino un agente activo, revolucionario del mismo, que sin embargo se eleva sobre cada una de sus acciones prácticas concretas en el sentido de que entiende y realiza estas acciones como un eslabón en el proceso de desarrollo histórico y así ubica específicamente la acción dentro de su contexto histórico.
 
Cada época es inmediata, es decir única, sólo gracias al hecho de que es mediada; no obstante, como producto del desarrollo previo es a la vez algo diferente, pues ella misma es tanto productora como elemento mediador con la siguiente etapa de desarrollo. Desde la posición del proletariado, la sociedad capitalista no es sólo lo que es inmediatamente, lo históricamente dado, es decir, un orden de explotación, sino que es al mismo tiempo algo más, a saber, la preparación material para su propia negación, la abolición del capitalismo. La posición de la clase trabajadora (es decir, política y metodológicamente, práctica y filosóficamente: la dictadura del proletariado) es la búsqueda de la posibilidad práctica de superar las condiciones dadas. En este sentido, esta posición penetra más objetivamente en la realidad que el llamado objetivismo científico, pues comprende la realidad como dinámica, cargada de contradicciones internas, y no se aferra a la facticidad de la realidad. La unidad del examen objetivo de la realidad (desde la posición de la clase trabajadora) y la transformación revolucionaria de la realidad (la lucha revolucionaria de la clase trabajadora) es dialéctica y dinámica: se hace posible un grado más alto de objetividad a partir de la superación práctica de las condiciones existentes, a partir del descubrimiento de un camino real desde estas condiciones; pero el descubrimiento de este camino real está inseparablemente ligado a un análisis profundo, concreto y metodológicamente correcto de estas condiciones.
 
Si no es posible entender la teoría marxista de las clases como un resultado terminado, que existe y puede ser aplicado separadamente de su método, esto significa que es necesario demostrar positivamente cómo en la teoría marxista de las clases el descubrimiento del proletariado como sujeto histórico se relaciona con la elaboración de un método dialéctico, genético-histórico (en oposición a un método abstracto-analítico).
 
Marx está de acuerdo con Hegel en que todo lo que existe es simultáneamente inmediato y mediado. El ser es entendido como un proceso. Pero a diferencia de Hegel, quien, como a consecuencia de su método idealista, frecuentemente cae en la construcción especulativa de la mediación, Marx subraya que se trata de la mediación de las cosas mismas y de los procesos objetivos, es decir, la lógica de la realidad misma, no una lógica impuesta exteriormente. Mientras que Marx deriva transiciones de la "esencia peculiar" de los fenómenos examinados, las transiciones en Hegel se forman a partir de la "relación universal" de las categorías abstractas. Marx destaca en relación a Hegel: "Siempre son las mismas categorías quienes suministran el alma sea de este ámbito sea del otro. De lo único que se trata es de encontrar para las propiedades individuales concretas las adecuadas correspondencias abstractas" [9]. Este método especulativo aparece de forma vulgarizada en esos defensores de la teoría de la clase cuyo análisis de clase renuncia al examen concreto y, en lugar de determinaciones concretas, encuentran determinaciones abstractas basadas en el interés de clase.
 
En oposición a Ricardo y la economía política clásica, Marx plantea metodológicamente la existencia de la mediación, es decir, en oposición al método analítico mantiene su método genético-histórico, y en oposición a la abstracción general y forzada mantiene su abstracción concreta. El método analítico de la economía política clásica evita la mediación y reduce las varias formas en las que se basa, como si esas formas fueran presuposiciones dadas, a una sola unidad. Si bien este método revela la existencia y la lucha de clases en la sociedad burguesa, considera que estas clases, conjuntamente con el entero orden social, son naturales y por lo tanto una base invariable del desarrollo histórico, que puede ser entendida -como lo es por Hegel [10]- como un crecimiento cuantitativo, y no un desarrollo cualitativo. "Ricardo", escribe Marx, "entiende el trabajo asalariado y el capital como una forma social de producción de riqueza natural, no específicamente histórica [...]. Por lo tanto no entiende el carácter específico de la riqueza burguesa." [11]
 
Para que las formas empíricas de plusvalía -beneficio, interés, renta- se desarrollen genéticamente, esto es, para abolir el carácter dado sobre el cual se basan y que sirve a Ricardo como condición previa natural para su investigación, es necesario llegar a una abstracción más profunda, revelar su fuente común, independiente de ellas, descubrir la plusvalía como la substancia de todas estas formas fenoménicas históricas. Mientras la economía vulgar petrifica la independencia y el aislamiento de las varias formas empíricas históricas en que los componentes individuales de la economía capitalista salen a la superficie y se comportan los unos hacia los otros con completa indiferencia (beneficio como función del capital, salario como función del trabajo, renta como función de la tierra), ocultando de esa manera la explotación capitalista, la economía clásica en cambio trata de reducir estas formas indiferentes a su unidad interna. De acuerdo con Marx, este método está relacionado con el hecho de que "Ricardo expone y describe el antagonismo económico de clases [...] y que consecuentemente la economía política percibe, descubre la raíz de la lucha y desarrollo históricos." [12]
 
Sin embargo, la limitación de este método analítico abstracto yace en el hecho de que no va más allá de la existencia dada de la burguesía y el proletariado, por lo que es incapaz de abolir esta existencia inmediata a través de sus eslabones mediadores.
 
Así, si en la economía política clásica la existencia natural y permanente de las clases por un lado y el método analítico-abstracto por el otro se presuponen y complementan entre sí, en Marx, por el contrario, la exposición del orden capitalista y de la existencia de las clases como fenómeno históricamente transitorio está vinculado al método genético-histórico, que llega a la existencia dada de estos fenómenos a través de una serie de eslabones mediadores, aboliendo así el carácter dado de estos fenómenos y revelando su carácter históricamente transitorio.
 
Un marxista que examine una u otra época histórica no puede pretender mantenerse cara a cara con un caos indefinido, desde el cual llegue a las determinaciones abstractas más simples sólo por medio del análisis. Al contrario, estas determinaciones abstractas ya existen, y el marxista es marxista porque las utiliza como puntos de referencia que le protegen de ahogarse en un mar de material empírico y que le permiten distinguir lo esencial de lo secundario -incluso si sólo es preliminarmente, y dando un margen constante a la revisibilidad tanto de los presupuestos iniciales como de los resultados parciales. Estas determinaciones abstractas y puntos de referencia para la investigación concreta son conceptos como clase, burguesía, proletariado, pequeña burguesía, etc. La teoría marxista de las clases considera estos conceptos fundamentales como los principios de partida de la investigación, como algo cuya realidad concreta es una determinación abstracta, que alcanza concreción y por lo tanto carácter científico sólo en el curso y como resultado de la investigación. El método marxista de proceder de lo abstracto a lo concreto se opone así a la subsunción externa de material empírico bajo tesis generales. (No es ninguna coincidencia que, en su crítica de Lasalle, Marx contraponga y conecte dos errores fundamentales del pensamiento de Lasalle: ideologismo y subsunción.) El investigador guiado por el marxismo vulgar tiene una elección: o subsume externamente los datos fácticos y el material empírico bajo entidades metafísicas rígidas llamadas clases, o calcula hechos generales aislados de la historia civil, presenta un cuerpo de datos estadísticos básicos relacionado con la producción y la economía, observa el movimiento cuantitativo, externo y estadísticamente expresado en ciertos grupos de población (el crecimiento del proletariado, la disminución de autónomos, etc.). En el primer caso, los hechos seleccionados confirman tesis conocidas anteriormente, y el investigador -consciente o inconscientemente- finge un análisis científico. En el segundo caso el investigador produce, según una correa de "marco de clase-histórico", algún tipo de trasfondo histórico universal que precede a la propia interpretación y, en su prioridad temporal, pretende que sirva como explicación "materialista" del problema al que se refiere. Los hechos empíricos  son por entero subsumidos externamente bajo conceptos metafísicos rígidos, prefabricados. Los hechos pueden sólo confirmar tesis que son conocidas con anterioridad. Conceptos, concepciones y categorías, que entran en el proceso de investigación como verdades ya-hechas y definitivas, emergen de él con la misma forma, con la única diferencia que han pegado a sí ejemplos, datos empíricos aleatorios. 
 
Los hechos seleccionados empíricamente y pegados externamente no pueden cambiar nada en conceptos y categorías que son entendidas, debido a la disposición del pensamiento, como rígidas e inmutables. Y si en algunos casos estas concepciones parecen enriquecerse y desarrollarse con nuevas determinaciones, en realidad son determinaciones tan abstractas y generales que no prestan a estos conceptos ningún contenido nuevo. En este sentido, por ejemplo, la clase trabajadora bajo el socialismo se caracteriza como una clase "cualitativamente nueva", "cualitativamente diferente".
 
Debido a que el marxismo ha elaborado ya un sistema básico de categorías sociales, para cada marxista la cuestión más importante es el camino "de regreso" desde lo abstracto a lo concreto. En Marx (y lo mismo en Hegel), la relación entre lo singular y lo general no es una relación de externalidad, contingencia, y por eso de recíproca arbitrariedad e independencia; es una relación de progresión, dependencia, condicionalidad y unidad orgánica. Si las categorías generales son conocidas y los hechos son juntados y ordenados, lo que queda es comenzar el camino de regreso, es decir, llevar a cabo un análisis científico que encuentre los vínculos mediadores entre los hechos empíricos y las categorías abstractas, mediación que solo entonces vinculará orgánicamente lo singular y lo general en una unidad orgánica; es decir, en un conocimiento científico más profundo. Una vez realizado este proceso, la abstracción deja de ser la abstracción inicial vacía o general, así como los hechos dejan de ser hechos empíricos: se crea una nueva cualidad, una abstracción concreta, un conocimiento más profundo y enriquecido. La abstracción es completada concretamente; se desarrolla y se llena con un contenido concreto, pero no del modo como un saco es llenado de patatas, sino orgánicamente. Los hechos se obtienen orgánicamente, no fortuitamente o generalmente, en un todo concreto, definido, donde pueden cumplir su doble función: en parte adquirir su propio sentido genuino, definirse a sí mismos, y en parte revelar las conexiones de este todo, de esta totalidad; esto es, hablar y conversar no sólo de sí mismos, sino simultáneamente ser reveladores, portavoces, para el otro. Así, por ejemplo, Bernstein y los revisionistas modernos y los sociólogos burgueses, que en oposición a Marx elevan la existencia de la llamada nueva clase media -tal y como los defensores vulgares de Marx que niegan o trivializan su existencia-, parten de las mismas bases metodológicas, a pesar del antagonismo superficial entre sus posiciones: para ambas partes, este hecho, este fenómeno, es examinado fuera de las tendencias de desarrollo y el carácter específico del capitalismo. O, en otras palabras: para ambas partes este fenómeno es algo independiente, mientras que en realidad el fenómeno exhibe tendencias que revelan el carácter concreto del capitalismo contemporáneo.
 
El concepto concreto de la clase trabajadora -y el marxismo siempre se refiere a conceptos concretos, a verdades concretas- no puede ser agotado en su relación con los medios de producción. El concepto concreto de la clase trabajadora no es un punto de partida para la investigación, sino su resultado. La concretización de este concepto es posible sólo en virtud del hecho que la determinación más abstracta, más general (y por tanto en este sentido fundamental) del proletariado (tal y como es dada por su posición en la producción y su relación con la propiedad de los medios de producción) es colocada en el contexto de la realidad, y en este contexto se revelan la relación del proletariado hacia las otras clases, la dinámica interna de su desarrollo, sus funciones, etc. Sólo a través de esta inclusión en el contexto histórico, de la confrontación con las otras clases, del trazado de conexiones con la sociedad como un todo, de la exposición de contradicciones internas, del desvelamiento de esas funciones que resultan de la clasificación social, puede emerger una conexión orgánica del a priori con lo empírico, de la teoría con el material fáctico, y sólo de esta manera se vuelve posible llegar a un enriquecimiento, desarrollo y por tanto concretización de los conceptos. La determinación abstracta, que es el punto de partida de la investigación, adquiere una dinámica interna a través de esta clasificación, es transformada, deja de ser una definición abstracta y se convierte en un concepto concreto. La antítesis de este método de progresión de lo abstracto a lo concreto es el método de las entidades inmutables y la subsunción mecánica. En este segundo método, metafísico, una cierta concepción es colocada en el contexto de la realidad de tal manera que durante el curso de la investigación permanece la misma inmutable, inmóvil, identidad abstracta. El concepto es determinado ya antes de la investigación, los resultados de la investigación son conocidos por avanzado, y la llamada "investigación científica" es una mera recopilación de ilustraciones para confirmar la validez de una entidad sin vida.
 
La definición clásica de la clase como la presentó Lenin es la determinación abstracta más general. Pero, ¿es la ciencia un complejo de determinaciones abstractas generales? En tal caso sería un eclecticismo, pues aglutinaría determinaciones abstractas sin identificar la unidad real de determinaciones ni alcanzar la totalidad concreta. Puesto que la ciencia no es un complejo de determinaciones abstractas, sino una unidad dinámica de conceptos, ni siquiera el concepto científico concreto de la clase no puede agotarse en la definición y determinación abstractas. El marxismo vulgar, que conecta (subsume) inmediatamente definiciones abstractas (burguesía, proletariado, pequeña burguesía) con material empírico, no conduce a un conocimiento más extenso y profundo de una realidad desconocida, sino sólo a una apología de los hechos por un lado y a una aburrida repetición de determinaciones abstractas por el otro. Y si tal teoría pseudo-científica pretende explicar la realidad, eventualmente debe encontrar un abismo infranqueable, pues querría explicar lo vivo por medio de lo muerto (entidades, universalidades, realidades), comprender el desarrollo por medio de lo inmóvil, identificar lo dinámico y contradictorio por medio de lo rígido, lo complejo por medio de lo simple, lo rico y diverso por medio de lo unilateral. Mientras en un caso subsume mecánicamente los hechos empíricos bajo tesis rígidas, en otro reduce la realidad contradictoria, diversa, concreta a una abstracción simple, inmutable, inmóvil.
 
Los conceptos concretos del "proletariado" y la "burguesía" significan una unidad dinámica de muchas determinaciones, una síntesis de todas las características y aspectos fundamentales, una lógica en desarrollo no de un periodo u otro tomados separadamente, sino de toda la historia. La idea de Marx de que la anatomía del ser humano proporciona la clave para la anatomía del mono no es una negación del historicismo, sino que al contrario manifiesta un historicismo dialéctico que no sucumbe al relativismo y al subjetivismo del historicismo burgués. Este punto de vista no significa en absoluto que sea posible explicar los fenómenos correspondientes a un nivel social inferior por medio de categorías que correspondan a condiciones desarrolladas y plenamente constituidas. Por tanto, es un error tomar las categorías de socialismo y comunismo a las que Marx llegó sobre la base de un análisis de los países capitalistas más avanzados de su tiempo y trasladarlas sin ninguna modificación a una sociedad socialista que apenas ha emergido de unas condiciones semifeudales y largamente subdesarrolladas.  Esto lleva a un error doble: en primer lugar, se explica una cierta fase histórica del socialismo no como una fase del socialismo, sino como socialismo en general, y las condiciones, relaciones y estructura de esta fase son más o menos petrificadas como el ideal de socialismo. Con esto se asume implícitamente que el socialismo no se desarrolla: esto no significa que esta actitud no admita empíricamente la posibilidad de desarrollo. De hecho, en este aspecto empírico el crecimiento se enfatiza precisamente bajo el socialismo. Pero este desarrollo es entendido en términos exclusivamente evolutivos, como el crecimiento cuantitativo de ciertos elementos constantes dados, que son inmutables. En segundo lugar, lo que se entiende como la fase desarrollada de la sociedad socialista o como la fase inicial de una sociedad socialista, que surgió de una revolución en un país altamente industrializado en el que el proletariado forma la vasta mayoría de la población, y que por lo tanto es, en un cierto sentido, el programa para cada otro país socialista es interpretado como el estado actual, es visto como un nivel que ha sido ya alcanzado [13].
 
La teoría marxista de las clases es una teoría científica porque es capaz de presentar e identificar con la máxima precisión y concreción lo siguiente:
 
1. Una imagen de la estratificación social de cada sociedad tomada como un todo en una etapa dada de desarrollo histórico, que muestra todas las relaciones de las clases y grupos en el marco de este todo;
 
2. La fisonomía de cada clase y grupo social en todos sus aspectos, económicos, sociales, políticos, morales e intelectuales, en sus mutuas relaciones y con respecto a la sociedad como un todo;
 
3. La dinámica en desarrollo de cada clase y grupo social, analizando la transformación de las funciones de los grupos sociales, y presentando una descripción y teoría de su origen, desarrollo y desaparición.
 
 
II
 
La conocida caracterización de Max Weber como el Karl Marx de la burguesía [14] comparte la imprecisión de todos los lugares comunes. Por encima de todo crea la impresión de Weber como un igual de Marx, su antípoda burguesa, y que por tanto su trabajo puede explicarse principalmente como una reacción burguesa-idealista a Marx. Esta caracterización exagera desproporcionadamente la significación de Weber, la originalidad de su pensamiento y su crítica del marxismo. Si queremos ceñirnos a esta imagen tradicional, creemos que es una caracterización mucho más precisa aquella que sitúa la producción intelectual de Max Weber en el contexto del marxismo de la Segunda Internacional, es decir, de la continuación contradictoria de la obra de Marx realizada sobre todo por los teóricos de la socialdemocracia alemana de antes de la guerra. La obra de Weber no es una reacción idealista al materialismo dialéctico de Marx, sino más bien al materialismo económico y vulgar de la Segunda Internacional [15]. Weber es un adversario burgués, crítico y al mismo tiempo compañero de viaje de la distorsión oportunista del marxismo en la era de la Segunda Internacional. Esta no es una mera cuestión histórica. Abordar la teoría de las clases de Weber significa esencialmente exponer la metodología de la vasta mayoría de sociólogos burgueses contemporáneos que se ocupan del asunto de las clases y la estratificación social. Las objeciones de estos sociólogos al marxismo son casi siempre una mera repetición de la argumentación de Weber.
 
En Max Weber, el factor económico del marxismo vulgar se transforma en un aspecto económico, desde cuya perspectiva es posible examinar la sociedad [16]. Esta transición de la objetividad al subjetivismo es una elaboración consistente de la crítica idealista del materialismo económico. Si lo económico no es más que un factor y un aspecto de la realidad entre otros, ¿cómo es objetivamente posible justificar la posición privilegiada de este aspecto, de este factor en relación con los demás? Max Weber, que reemplazó el factor por el aspecto, sólo llevó a cabo el trabajo intelectual de los economistas vulgares.
 
El marxismo, sin embargo, no reconoce ningún factor económico privilegiado que determinara, de un modo decisivo, los otros aspectos o factores de la sociedad. La economía ocupa una posición especial tanto en la sociedad como en la investigación de la sociedad sólo porque la economía no es ni un factor ni un aspecto, sino la estructura real de la sociedad. Por tanto, si los marxistas usan el concepto de economía junto con los materialistas vulgares (y su antípoda idealista Max Weber), los dos campos entienden por este término algo enteramente distinto.
 
El materialismo vulgar, que reduce los ámbitos individuales de la realidad social a un factor económico, es una modificación tardía y económica del materialismo mecanicista, cuyo método básico de explicación de la realidad consiste en reducir todas las formas de movimiento a una única forma básica, elemental -la más simple posible. Este materialismo mecanicista comparte el mismo destino que el materialismo económico vulgar en el hecho de que tarde o temprano debe ser complementado y superado por el idealismo. En este sentido es comprensible por qué Mills exige que el determinismo económico de los marxistas sea complementado por el "determinismo político" y el "determinismo militar" [17].
 
El concepto "economía" en la obra de Weber, Mills y Mayer no es idéntico que el concepto marxista: en el primer caso "económico" significa la distribución de la riqueza social, mientras en Marx la distribución es sólo un momento de la producción, y por lo tanto sólo un aspecto de la relación económica. Lo que Weber y Mills llaman "economía" y "económico" no es, en la concepción de Marx, un factor definitorio sino más bien uno derivado. Mientras Mayer por ejemplo afirma que marxismo significa dar prioridad a este momento "económico" sobre el momento del poder y el estatus social, en realidad el marxismo demuestra que este llamado momento económico es tan derivado como el momento del poder y como el estatus social, pues en todos los casos se trata sólo de ciertos aspectos y ámbitos relativamente autónomos, cuyo contenido concreto está determinado por la estructura real de la sociedad. De la desarmonía entre estos tres momentos, Mayer infiere una crisis en la teoría contemporánea de las clases: "el estatus social personal del individuo dado en esta sociedad industrial (la sociedad industrial es como los "sensibles" sociólogos burgueses llaman al capitalismo - K.K.) no es necesariamente el equivalente exacto de su posición de clase y estatus social, es decir, el problema de la interrelación entre desigualdad económica y la distribución diferencial de poder y prestigio en la sociedad contemporánea ha dado lugar a las dificultades conceptuales y confusiones que permean la teoría de clase moderna." [18]
 
La confrontación de las concepciones de las clases de Marx y Weber demuestra que Weber y sus seguidores estadounidenses están cargados de determinismo económico en su teoría, a pesar de que intentan incriminar por esta misma razón a Marx, mientras que la concepción de las clases de Marx por el contrario no tiene nada en común con el determinismo económico. Esta unilateralidad economicista en la teoría de las clases de Weber es necesaria para dejar espacio a otros factores autónomos, que supuestamente son tan importantes como las clases para el análisis de la sociedad y la estratificación social. Aquí tenemos la conocida trilogía de Weber: clase, estatus social y poder, tres dimensiones independientes y fundamentalmente autónomas de la estratificación social. Puesto que el marxismo ve unilateralmente la sociedad desde la perspectiva de las relaciones de propiedad -como argumentan ciertos seguidores estadounidenses contemporáneos de la teoría de las clases de Weber- no puede captar problemas que no están conectados directamente a estas relaciones de propiedad y los fenómenos que brotan de ellos, problemas tales como el poder, el estatus y el prestigio. Por tanto, es necesario, para captar la estratificación social, añadir a las clases otras dimensiones independientes -el estatus social y el poder.
 
Naturalmente, el marxismo no niega que categorías como poder y estatus social tienen realidad y utilidad como dimensiones particulares de la estratificación social. No obstante, en contraste con Weber y la escuela de Weber, el marxismo no considera estas categorías autónomas en relación al orden social.
 
Con respecto a esto es necesario aclarar por encima de todo en qué se diferencian la concepción de las clases de Marx y la de Weber. Weber sitúa a las clases en la esfera de la distribución (el mercado) mientras en la teoría marxista las clases están conectadas al modo de producción y en relación a la propiedad de los medios de producción. Para Weber, el factor determinante en la pertenencia de clase es la "ökonomische Güterbesitz- und Erwerbsinteressen" [propiedad económica e intereses de adquisición] [19], lo que implica que "la propiedad y la falta de propiedad son las categorías básicas de todas las posiciones de clase" [20], y que "la posición de clase es en última instancia posición de mercado." [21] A la luz de esto, tener acceso a la propiedad en el mercado es decisivo para la pertenencia de clase, y es borrada la diferencia fundamental entre la propiedad de los medios de producción por un lado y la propiedad de bienes o productos  por el otro, y en lugar de las categorías marxistas fundamentales -los explotados y los explotadores- aparecen las categorías ambiguas, confusas e imprecisas de los propietarios y los no propietarios.
 
El profesor estadounidense Bernard, que extrae consecuencias abiertamente reaccionarias y apologéticas de la teoría de Weber al tiempo que la vulgariza, reprocha al marxismo por supuestamente fracasar en cumplir la predicción de su fundador en lo que hace a la polarización de la sociedad en propietarios y no propietarios. No hace falta decir que el análisis marxista de la sociedad en general y de la sociedad capitalista en particular no se basa en las categorías de "propietarios" y "no propietarios". Estas categorías eran usadas por la literatura revolucionaria y socialista pre-marxista en sus intentos de expresar los antagonismos sociales. Resulta claro que un análisis que emplee estas categorías es extremadamente primitivo e impreciso. La teoría marxista de las clases no se basa en la relación entre ricos y pobres, propietarios y no propietarios, sino en la relación de los productores inmediatos con las condiciones de producción, con los medios de producción. En la sociología burguesa contemporánea, la división precedente se ha vuelto la base para una apología, puesto que pone la línea divisoria fundamental entre los grupos decisivos en la sociedad en el ámbito de la distribución. Las opiniones del profesor Bernard en relación a la vía estadounidense hacia la "sociedad sin clases" [22], del profesor Mayer sobre la idea de que la estructura de clase de la sociedad estadounidense contemporánea será transformada en el futuro próximo en una sociedad de clase media en la que los antagonismos de clase desaparecerán [23], del profesor Schelsky [24] en relación a la "destratificación" (Entschichtungsvorgang) de la sociedad alemana occidental, se basan en las categorías fundamentales de la teoría de las clases de Weber.
 
El valor científico de la teoría moderna de las clases puede medirse en términos de su capacidad de servir como guía para la investigación y la explicación concretas de los procesos complejos y contradictorios que tienen lugar en la estructura de clases y la estratificación social de los países socialistas y capitalistas. De entre los varios tipos de grupos sociales, el marxismo ha identificado las clases como grandes comunidades de personas que tienen significado decisivo para el carácter y la determinación de la estructura de la sociedad y para la dialéctica de cambio social y de desarrollo social. Esta teoría permite diferenciar, en la maraña de transformaciones que están ocurriendo en la sociedad actual, entre cambios estructurales, que alteran el carácter del entero orden social, y cambios secundarios, derivados, que sólo modifican el orden social dado.
 
El sociólogo estadounidense Mills critica al marxismo enteramente en el espíritu de su maestro: "la visión marxista vulgar convierte al gran hombre económico en el poseedor del poder." [25] Este supuesto se basa en un malentendido fundamental a la hora de considerar el método marxista, tal y como está elaborado con la mayor exhaustividad especialmente en El Capital. El marxismo sólo afirma que la clase dominante de cada orden social es simultáneamente la portadora de la riqueza, el poder y el prestigio de la sociedad dada. Sin embargo, si cada miembro individual de esta clase dominante, o cada uno de sus estratos, componentes o grupos, obtiene una unión personal de estas tres esferas -riqueza, poder y prestigio-, depende de las circunstancias empíricas. Es por tanto enteramente vulgar imaginar (y atribuir este disparate al marxismo) que el capitalista más rico de la tierra debe ser también un hombre que tome al mismo tiempo decisiones fundamentales y de alcance nacional relacionadas con el poder, o que disfrute del mayor respeto, etc. El marxismo sostiene que la distribución de la riqueza, la jerarquía del poder y la gradación del estatus social se determinan por leyes inherentes que resultan de la estructura real del orden social en una etapa específica de su desarrollo. La cuestión de cómo se distribuye el poder en la sociedad dada, cómo actúa por tanto la jerarquía de poder, qué son la medida y la escalera de la estima social, qué es por tanto la escala de estatus social y, finalmente, cómo se asigna la riqueza, cómo la sociedad se divide entre los propietarios, pequeños propietarios y no propietarios, y cómo se  distribuye así la riqueza -todas estas dimensiones, que Weber y su escuela consideran ser autónomas, derivan de hecho de la estructura real del orden social.
 
Volvemos por tanto a la diferencia fundamental en la comprensión de dos categorías básicas -clase y economía- que distinguen a Marx de Weber. Para el marxismo la economía es la estructura real de una época dada del desarrollo humano, pero no es un factor económico que condicione a otros factores, políticos, espiritual, morales y demás. Por tanto, las categorías económicas son simultáneamente categorías sociales. Su especificidad como categorías económicas reside en el hecho de que son una reproducción intelectual de la estructura real de la sociedad. La posición social de las personas en la producción y en su relación con los medios de producción no es por lo tanto una cuestión "puramente" económica, sino una cuestión económicamente social, y por eso la teoría materialista, cuya idea fundamental Marx formula en El Capital, es posible: "Es en cada caso la relación directa de los propietarios de las condiciones de producción y los productores inmediatos [...] en que encontramos el secreto más íntimo, la base escondida del entero edificio social." [26] La diferencia entre el marxismo real y el determinismo económico vulgar (y su contraparte idealista burguesa) es la siguiente: el materialismo vulgar considera que el poder económico, que se expresa en términos de propiedad y riqueza, es la causa última decisiva que determina la política, la ideología, la moralidad, etc. En contraste con esto, para Marx la economía no es nunca una así llamada categoría económica; es siempre una categoría económicamente social, y en este sentido la economía puede crear una estructura real que determina el contenido concreto de la política, la ideología, la moralidad, etc. Esta comprensión socio-filosófica profunda de la economía recientemente ha llevado a ciertos críticos a negar el contenido "económico" de El Capital de Marx y a hablar de él como una obra exclusivamente filosófica [27].
 
La segunda diferencia fundamental entre las concepciones de Marx y Weber es que para Weber la clase es exclusiva o primariamente una categoría económica (en el sentido mencionado con anterioridad, que no es el mismo que el de Marx), mientras que para Marx la clase es una totalidad social concreta con diversos aspectos y determinaciones. ¿Cómo sería posible interpretar fenómenos sociales en términos de clase, comprendidos ampliamente, si la clase fuera meramente un factor económico, si por tanto fuera, en relación con la sociedad como un todo múltiple, sólo un único aspecto económico de la realidad? Permanecer en esta posición significa o reemplazar el análisis de clase con una simplificación y vulgarización económicas, o rechazar la interpretación de clase como unilateral y aplastante. La clase en la concepción marxista, comprendida como un grupo de personas que ocupa una posición definida en la producción social y en relación con los medios de producción, contiene ella misma todos los momentos de la vida social, pues las personas que forman las clases no son meras abstracciones (no son por ejemplo "homines oeconomici") sino conjuntos de relaciones sociales en todas las esferas de la esencia humana, tanto práctica como intelectual, emocional, moral, etc.
 
Esas representaciones vulgares que reducen el análisis de clase a un mero "estado objetivo", que es comprendido como una descripción puramente cuantitativa de los aspectos externos de las clases y de la composición de las clases de la sociedad, son en el mejor de los casos meramente un elemento del análisis de clase. De ahí el error común por parte de filósofos, historiadores de la literatura e historiadores del arte, que creen que para su análisis histórico de la filosofía, la literatura o el arte pueden tomar estos "esquemas situacionales" de los historiadores y sobre esta base explicar el asunto en cuestión, a saber la forma histórica de la conciencia social, en términos materialistas y de clase. La reconstrucción de una determinada realidad histórica como una totalidad histórica concreta no presupone un mero "marco histórico" o un esqueleto de clase desnudo, sino al contrario este esqueleto desnudo es una mera abstracción y el marco histórico es meramente una introducción pedagógica a la "atmósfera" de la época. El análisis marxista de las clases y, por tanto, también el análisis de la realidad basado en las clases, significa la reproducción de la realidad como unidad de la economía, la política y la vida social y espiritual, determinada por la estructura socio-económica real.
 
La significación científica de las categorías de la economía política marxista, como la ley del valor, la plusvalía, la concentración de capital, etc., radica en que da una explicación teórica para los fenómenos observables de la vida social que, repitiéndose un millón de veces y operando diariamente, determinan la existencia humana. La teoría materialista de las clases es una reproducción ideal de la realidad no en un sólo aspecto, sea este económico, político, intelectual, moral o emocional, sino en una totalidad dinámica, concreta, que une todos estos momentos como partes y momentos del todo. Un historiador que por ejemplo estudie la fundación de la Checoslovaquia democrática popular y lleve a cabo un análisis de clase poniendo el foco sólo en aspectos económicos y políticos debe ser consciente de que de este modo su análisis es incompleto y unilateral. Por supuesto, este no es el tipo de unilateralidad que viene determinada necesariamente por la elección del tema; es una unilateralidad metodológica que determina la investigación del tema elegido. El pensamiento y los sentimientos de la gente, su ideología y psicología, no están determinadas por relaciones y determinaciones abstractas, por esenciales e importantes que sean, sino por el complejo de condiciones de la vida cotidiana reales, tangibles, que surgen de estas condiciones y relaciones fundamentales. Aquello que determina el pensamiento y los sentimientos de la gente, su comportamiento, su conducta, su estilo de vida y naturalmente también su concepción del mundo, no es la pertenencia abstracta a una u otra clase en y para sí, ni tan solo su relación con los medios de producción tomados abstractamente, sino la regularidad repetida un millón de veces, las condiciones existenciales cotidianas que reproducen estos pensamientos y sentimientos. Un científico que quisiera estudiar a la clase trabajadora en Checoslovaquia tras 1945, mostrar su carácter real, concreto, que quisiera así presentar una concepción de esta clase como una totalidad histórica concreta y no como una abstracción unilateral o un esquema vacío, tendría que empezar naturalmente a partir de determinaciones fundamentales como el cambio revolucionario en las relaciones de propiedad, pero no podría mantenerse en el nivel de estas determinaciones más simples o, peor, considerarlas el resultado de su investigación. Los decretos de la nacionalización de las industrias clave en Checoslovaquia, es decir, el acto legal por el cual la propiedad capitalista de los medios de producción se transforma en propiedad socialista, no pueden por sí mismos crear una clase trabajadora socialista a partir del proletariado precedente. Los factores principales en la formación de la clase trabajadora socialista fueron, primero de todo, el proceso revolucionario, la lucha de clases revolucionaria, un aspecto legal de la cual fue la transferencia de las industrias clave a la propiedad estatal y, segundo, la posición real de la clase trabajadora en el sistema de producción. Esto, no obstante, significa que las relaciones de producción no son idénticas a las relaciones de propiedad, a la propiedad de los medios de producción. Las relaciones de producción de la sociedad socialista incluyen no sólo el hecho legal de que los medios de producción sean propiedad de toda la nación, sino también, y por encima de todo, las condiciones reales en que los trabajadores desempeñan prácticamente su papel como nueva clase dominante.
 
Enero de 1958
 
 
 
[*] Texto publicado originalmente en checo como "Třídy a reálná struktura společnosti". En Filosofický časopis 6, nº 5. 1958. Págs. 721-733. La traducción al castellano coteja este con la versión en inglés, de Ashley Davis con notas de Pavel Siostrzonek, aparecida en Contradictions. A Journal for Critical Thought. Vol. 1. Núm. 2. 2017. Págs 187-204. Disponible on-line en: http://kontradikce.flu.cas.cz/upload/__issues/kontradikce-1-27.pdf.
 
[1] Un ejemplo de libro es el extenso pasaje titulado "Klasse und Staat", con el subtítulo "Definitionen", en el segundo volumen del ecléctico trabajo Die materialistiche Geschichtsauffasung, vol. II. (Berlín: Dietz, 1927), esp. págs. 3-31.
 
[2] Marx es reprendido por esta imprecisión "científica" por el sociólogo contemporáneo francés Gurvitch. Georges Gurvitch, La vocation actuelle de la Sociologie (Paris: P.U.F., 1950), pág. 341.
 
[3] Parece que el nombre "Warens" es incorrecto. Hubo, sin embargo, un conocido sociólogo estadounidense que encaja con la descripción de Kosík, William Lloyd Warner (1898-1970), autor de numerosos estudios empíricos sobre desigualdad social. La teoría de las clases de Warner fue, además, discutida extensamente en un artículo de Jurt Bernd Mayer citado por Kosík más abajo. [N. de la ed. en inglés]
 
[4] Kurt Bernd Mayer (1916-2006), sociólogo suizo-estadounidense cuya obra será discutida en este artículo. [N. de la ed. en inglés]
 
[5] C. Wright Mills (1916-1962), el influyente sociólogo con sede en Estados Unidos. [N. de la ed. en inglés]
 
[6] Julian Hochfeld, "O programu výzkumu pracovního prostředí na velkých stavbách socialismu", en Filosofický časopis 4 (1956), n. 3, págs. 441-448.
 
[7] Marx, K. y F. Engels, Vybrané spisy ve dvou svazcích, vol. 2. (Praga: Svoboda, 1950), pág. 475.
 
[8] Engels consideraba que "Esta eminente concepción de la historia viviente del presente, esta apreciación clarividente de los acontecimientos en el momento en que ocurren" era la característica principal de la concepción materialista de la historia y la teoría materialista de las clases. En Marx, K. y F. Engels, Vybrané spisy ve dvou svazcích, vol. 1. (Praga: Svoboda, 1950), pág. 248.
 
[9] Marx, K. y F. Engels, Spisy, vol. 1 (Praga: SNPL, 1957), pág. 233.
 
[10] Ídem, pág. 233.
 
[11] Marx, K., Grundrisse der Kritik der Politischen Ökonomie, pág. 236.
 
[12] Marx, K., Theorien über Mehrwert, Vol. II, 1, pág. 4.
 
[13] El aspecto político y, naturalmente, también metodológico de esa realidad es recalcado por ejemplo por Lenin en su famosa reflexión sobre los Soviets. "El resultado de este bajo nivel cultural es que los Soviets, que según su programa [énfasis de Kosík] son órganos de gobierno de la gente trabajadora, son de hecho [énfasis de Kosík] órganos de gobierno para la gente trabajadora de la sección avanzada del proletariado, pero no de las masas trabajadoras como un todo". Spisy, Vol. 29, pág. 176.
 
[14] Albert Salomon: "Podemos llamar a Weber el Marx burgués." Salomon, A., La sociologie au XXème siècle. (Paris: P.U.F., 1947) pág. 605.
 
[15] Ver Karl Löwith, quien sin embargo llega a estas conclusiones en un contexto diferente y desde una perspectiva diferente. Löwith, K., Max Weber y Karl Marx. Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik, Vol. 67, 1932, p. 208.
 
[16] "La cualidad de un acontecimiento como acontecimiento "social-económico" no es algo que este posea 'objetivamente'. Está condicionado por la orientación de nuestro interés cognitivo, pues surge de la significación cultural específica que atribuimos al acontecimiento particular en un caso dado." Y en otra parte (incluso más enfáticamente: "Es auto-evidente que [...] un fenómeno es 'económico' sólo en la medida en que y sólo mientras nuestro interés se focalice exclusivamente en su significación constitutiva en la lucha material por la existencia." Weber, M., Gesammelte Aufsätze zur Wissenschaftsiehre. (Tübingen: J. C. B. Mohr, 1922) págs. 161, 163.

[17] Mills, C. W., The Power Elite (Oxford: Oxford University Press, 1956) pág. 277.

[18] Mayer, K., The Theory of Social Classes. Transactions of the Second World Congress of Sociology. Vol. II (London: International Sociological Association 1954), págs. 322-323.

[19] Weber, M., Wirtschaft und Gesellschaft. Vol. II. (Tübingen: J. C. B. Mohr, 1925), pág. 632.

[20] Ídem.

[21] Ídem.

[22] Bernard, J., Class Organisation in an Era of Abundance. Transactions of the Third World Congress of Sociology. Vol. III. (London: International Sociological Association, 1956), págs. 26-31.

[23] Mayer, K., Recent Changes in the Class Structure of the United States. Transacrions of the Third World Congress of Sociology. (London: International Sociological Association, 1956), pág. 78.

[24] Schelsky, H. von, Die Bedeutung des Schichtungsbegriffes für die Analyse der gegenwärtigen deutschen Gesellschaft. Transactions of the Second World Congress of Sociology. Vol. I. (London: International Sociological Association, 1954), pág. 360.

[25] Mills, C. W., The Power Elite, ob. cit. pág. 277.

[26] Marx, K., Kapitál, III/2, p. 339.

[27] Ver por ejemplo el crítico católico Calvez, J.-Y., La pensée de Karl Marx. (Paris: Seuil, 1956).

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