Sobre la comprensión creativa y dogmática del marxismo (1954)
Karel Kosík [*]
La reunión de diciembre del Comité Central del Partido Comunista de Checoslovaquia es un hito importante en el desarrollo de nuestra vida ideológica y cultural. Sus serias directrices se volverán un incentivo alentador y poderoso para todos los trabajadores ideológicos, para que sean todavía más conscientes de sus tareas en la lucha histórica por la reeducación socialista del hombre, por el desarrollo creativo del marxismo-leninismo y la erradicación de puntos de vida enemigos.
1. Por la liquidación consecuente de los restos de "Slanskyismo" en el campo de la ideología.
En la actualidad, es imposible reflexionar sobre las causas del retraso del frente ideológico y sobre los caminos que conducen a la eliminación de las deficiencias de nuestra vida ideológica sin iluminar el daño causado por la banda saboteadora de Slansky en este campo. El centro antiestatal de Slansky no creó su particular plataforma ideológica. (La autoridad del Partido Comunista y la conciencia política de los trabajadores han alcanzado un nivel tan alto en la actualidad que ninguna agencia hostil puede permitirse presentar una plataforma política abierta, no querría descubrirse de inmediato.) Esto, sin embargo, de ningún modo significa que los saboteadores no trataran de influir en absoluto en la vida ideológica, que no se afanaran por la subversión ideológica del partido y del pueblo.
Como se destaca en los documentos del partido, particularmente en la resolución del Secretariado Político del Comité Central del Partido Comunista de Checoslovaquia de mayo de 1952, la actividad hostil de la agencia de Slansky se manifestó en el campo cultural e ideológico en dos direcciones principales.
En la sección de la política cultural adormeciendo la vida ideológica, intervenciones administrativas y sectarias en cuestiones culturales e ideológicas, suprimiendo el principio de que solo el libre intercambio de puntos de vista y la lucha ideológica abierta pueden conducir al desarrollo de la ciencia y el arte, a la reeducación y la educación de cuadros artísticos y científicos.
En la sección de la ideología intentos de revisión del marxismo, especialmente en temas tan serios como la doctrina de la revolución socialista y la dictadura del proletariado, el partido y la construcción socialista.
No puede ocultarse que algunos trabajadores ideológicos, como Gustav Bareš (ver su conferencia "Nuestro camino hacia el socialismo, 1948), no sólo no rechazaron y no combatieron contra esta concepción hostil, sino que ayudaron a difundirla y la llamaron "desarrollo creativo" del marxismo, llevando así por mal camino a nuestro frente ideológico y desorientando tanto a las amplias masas como particularmente a la intelectualidad.
Esto creó un caldo de cultivo para puntos de vista que no sólo distorsionaron y falsificaron el marxismo en cuestiones específicas, no sólo revisaron sus lecciones individuales, sino que al mismo tiempo plagiaron y tergiversaron el marxismo como un todo, oscuercieron la esencia revolucionaria y creativa de la cosmovisión científica de la clase trabajadora. ¿Era en absoluto posible tergiversar la doctrina marxista sobre la dictadura del proletariado y la revolución socialista y no perturbar la esencia misma del marxismo, el marxismo en absoluto? La "particularidad" y la "originalidad" de esta revisión estuvo en que los saboteadores y sus ayudantes targiversaron el marxismo no abiertamente, a través de la lucha ideológica, sino en secreto, suprimiendo la vida ideológica y la crítica estricta, expulsando el espíritu revolucionario y creativo del marxismo, reemplazando las enseñanzas marxistas por una retórica ideológica del arsenal de la socialdemocracia vieja y superada hace mucho tiempo.
La subversión interna del marxismo, la revisión de sus lecciones básicas manteniendo sus formas y terminología externas, el hechizo ruidoso de las consignas sobre el "desarrollo creativo" del marxismo tuvo que conducir al dogmatismo y la escolástica, al adormecimiento de la elaboración creativa de la teoría.
Por eso, llevar la lucha contra el "Slanskyismo" en la ideología a un final estricto significa aplastar ideológicamente la socialdemocracia. El padre "ideológico" de Slansky, así como otros traidores de la clase obrera, no es otro que los falsificadores y tergiversadores del marxismo de finales del s. XIX y principios del s. XX. Esta realidad misma tenía en mente Václav Kopecký cuando caracerizó el perfil "ideológico" de la banda saboteadora como una mezcla de "tendencias socialdemócratas, reformistas, laboristas y titonacionalistas" (Treinta años del Partido Comunista, p. 173).
Sin embargo, sería una simplificación de la realidad si a Slansky se le diera un poder sobrenatural en su influencia en la vida ideológica y se olvidara que hubo principalmente ciertas condiciones objetivas que permitieron el surgimiento y la difusión de conceptos y conceptos erróneos, como el dogmatismo, la citomanía, etc.
2. Sobre el marxismo creativo y sobre el marxismo dogmático.
En la gran revolución cultural que atraviesa nuestro país en la transición al socialismo, el Partido Comunista reeduca a millones de personas en el espíritu de la cosmovisión socialista, el marxismo-leninismo. Esta reeducación no es un acto aislado, ni se da sólo en los pupitres escolares, sino ante todo sobre la base de la experiencia histórica de las propias masas, en el curso de la intensificación de la lucha de clases. La cosmovisión socialista permite a millones de trabajadores de nuestro país comprender el sentido de los acontecimientosde la actualidad interior e internacional, se convierte para ellos en una brújula en la construcción del socialismo. Al mismo tiempo, sin embargo, la práctica misma de la construcción socialista, la experiencia y la co-creación de los acontecimientos históricos ayuda regresivamente a las amplias masas a darse cuenta de la profundidad y veracidad del marxismo-leninismo.
Apropiarse el marxismo-leninismo no significa sólo ahondar en el estudio de las obras de los clásicos (aunque este paso es indispensable y es el comienzo de todo el proceso), sino ante todo dominar su método. Nuestro tiempo actual es precisamente un período en el que amplias capas de la intelectualidad están pasando del estudio pasivo y la adopción del marxismo a su aplicación creativa para resolver problemas candentes de práctica y teoría, de industria y agricultura, de filosofía y ciencias naturales, de historia y estética. Solo la práctica, es decir, sólo la aplicación del método marxista para resolver problemas concretos, puede ser una medida del dominio real del marxismo. Si muchos trabajadores de la vida científica y pública son reacios a dar este paso crucial del conocimiento pasivo del marxismo al dominio y la aplicación creativa de su método, si pisan temerosamente el terreno y sólo repiten lecciones y fórmulas aprendidas, entonces corren inevitablemente el riesgo de volverse dogmáticos, escolásticos, talmudistas.
Los dogmáticos y los escolásticos consideran el marxismo como un sistema cerrado, dado de una vez por todas, que se genera a través del automovimiento interior de los conceptos, el desplazamiento y la combinación simple y compleja de lecciones individuales. En nuestra vida actual, no hay pocas personas que buscan convertirse en "expertos" en marxismo y desarrollarlo hacia adelante, pero olvidan lo más importante: que la cosmovisión socialista se desarrolló no por sí misma o por el vago deseo de sus seguidores por algo nuevo, sino sobre la base granítica de ciencias naturales y descubrimientos científicos, sobre la base de una adquisición crítica integral de la cultura existente, sobre la base de la generalización y el esclarecimiento de hechos históricos y de cuestiones políticas, económicas y culturales contemporáneas.
Dogmatismo no significa sólo aferrarse a lecciones envejecidas. Dogmático es también quien entiende lecciones válidas sin conexión con realidades y prácticas concretas, quien abarca el marxismo como un conjunto de fórmulas, independiente de la realidad, y olvida que el marxismo es ante todo un método científico de conocimiento verdadero de la realidad y su transformación revolucionaria.
El dogmatismo y el escolasticismo surgen donde la impotencia, la esterilidad y la falta de originalidad del pensamiento se esconden tras la muralla de la cita; donde la falta de coraje para resolver problemas candentes es oscurecida por la reiteración, la disección y el desmenuzamiento de verdades generales; donde el análisis profundo de realidades concretas se confunde con analogías superficiales y ejemplos llanamente banales de carácter escolar; donde se sirven medias verdades líricas e ingeniosas en lugar de verdades profundas, vivas y concretas; donde, en lugar de generalizaciones científicas de los hechos, se crean esquemas parciales, que violan los hechos y la realidad.
El desapego de la práctica, de las problemáticas contemporáneas de la construcción socialista, es una de las principales fuentes de la escolástica y el talmudismo. Hasta que se supere el nocivo prejuicio de que la elaboración teórica profunda de las cuestiones candentes del presente (como la democracia popular, el realismo socialista, el patrimonio cultural, etc.) es cosa únicamente de "figuras reconocidas" y no de todo el frente ideológico, o que es cosa incluso "inadecuada" y "políticamente intolerable" y no la tarea más honesta y urgente de todos nuestros filósofos, historiadores, teóricos del arte, el trabajo escolástico y el talmudismo no podrán ser superados, no podrá forjarse un campo verdaderamente unido en ideología. Un frente ideológico y, sobre todo, filosófico unido no se forma ni en bodegones ni en prescripciones, sino sólo en una lucha ideológica de principios, abierta, promoviendo y apoyando opiniones correctas y verdaderas y la crítica de las opiniones incorrectas y falsas. La vida ideológica en nuestro país ha sufrido mucho más daño por no abordar a tiempo las cuestiones teóricas y filosóficas actuales que por resolverlas oportunamente. Mucho más daño fue causado por la caída vacía de verdades conocidas e indiscutibles que por posibles errores que surgen necesariamente en una solución creativa, audaz y profunda a una problamética candente y actual.
Con razón se reprocha a los dogmáticos y escolásticos su sequedad y falta de interés, su tono frío y objetivista. Sin embargo, considerar estas formas y manifestaciones externas del dogmatismo como su esencia y, por lo tanto, tratar de superar el dogmatismo mediante una estética psicologizante e ingeniosa, introduciendo adornos líricos en la teoría, significa guarecerse de la lluvia bajo un canalón [přecházet z deště pod okap]. La comprensión dogmática y escolástica del marxismo sólo puede superarse con la posición del marxismo creativo, no con la vivificación de puntos de vista idealistas y una benevolente desatención hacia ellos.
[Aquí acaba la primera parte del artículo y comienza la segunda]
El marxismo no es adoptado en nuestro país por personas sin opiniones y hábitos, pero a menudo con una cosmovisión ya hecha, muchas veces idealista. Es sólo natural que los intentos -a menudo involuntarios e inconscientes- de adaptar el marxismo a las opiniones comunes, de fusionarlo y reconciliarlo con ellas, sean la aparición que acompaña a la reeducación de estas personas. Tampoco podemos pasar por alto el hecho de que el enemigo de clase dentro y fuera del país está librando una lucha violenta contra la República Democráctica Popular no sólo con armas políticas y económicas sino también ideológicas y tratando de acosar la conciencia del pueblo con el veneno de opiniones extrañas y hostiles.
Por lo tanto, sería pedantría de miras estrechas imaginar que el complejo proceso de revolución cultural, la reeducación de millones en el espíritu de la nueva cosmovisión científica no estará acompañado por algunos rasgos negativos, tales como una comprensión unilateral, superficial, del marxismo, su tergiversación, distorsión, vulgarización.
Sin embargo, si el dogmatismo, la vulgarización, la citomanía se han vuelto tan aclimatados en nuestro periodismo y se han convertido en un peligro tan serio que amenazan el crecimiento de la ciencia y la teoría, que paralizan la efectividad y la atracción de la propaganda, la agitación y la educación en general, entonces ya no es un producto "normal" e inevitable del desarrollo social. Si el dogmatismo ha crecido hasta proporciones tan monstruosas y ha conducido a consecuencias tan graves, ello se deriva entonces de la subestimación del trabajo teórico y científico, de una actitud de desprecio, esencialmente socialdemócrata, hacia la intelectualidad, de una lucha insuficiente e inconsistente por la pureza del marxismo y su desarrollo creativo, todo lo cual creó las condiciones para que diversos prejuicios pequeñoburgueses se hicieran pasar por "marxismo", para que la incultura y la semicultura actuaran en nombre de la "política" y la "ideología".
Superar el dogmatismo, la citomanía y el talmudismo significa, por tanto, acabar ante todo con la subestimación del trabajo teórico e ideológico, elevar el trabajo ideológico al nivel de las tareas prácticas actuales, luchar por la pureza del marxismo, por la aplicación creativa del método marxista-leninista en todos los ámbitos de nuestra vida.
3. Verdad científica y partidismo proletario
Dogmáticos y vulgarizadores, que introdujeron una confusión inimaginable en los conceptos marxistas básicos, al mismo tiempo borraron la diferencia crucial entre el partidismo proletario y el burgués, dando la impresión así de que el partidismo proletario era sólo un partido burgués invertido. La esencia de clase del partidismo burgués está en la defensa del dominio burgués, en la idealización del orden capitalista explotador. Su esencia gnoseológica es el subjetivismo, trayendo a la realidad los prejuicios de clase, distorsionando la realidad.
Los dogmáticos y vulgarizadores, que no han entendido la abismal diferencia entre este partidismo burgués y el partidismo proletario, pretendían que el partidismo proletario fuera algo igualmente externo y formal, lo que se lleva a la realidad, lo que obviamente está ligado a esta realidad. Así, el partidismo proletario se separó de su suelo patrio -de la veracidad, de la comprensión de las leyes objetivas.
Los vulgarizadores han olvidado que el teórico e ideólogo de la clase obrera no es necesariamente quien dice serlo, quien sólo quiere serlo. Para que alguien se erija como teórico (no sólo como ciudadano) sobre las posiciones del proletariado, es necesario que el contenido ideológico de su obra, sus conclusiones teóricas coincidan con la realidad, que sean verdaderas. La conciencia de clase del proletariado -dice Marx en la "Sagrada Familia"- puede no ser idéntica a lo que piensa el trabajador individual, o incluso a lo que piensa toda la clase obrera en ciertos períodos históricos; la conciencia de clase del proletariado es comprensión científica, generalización y justificación de aquellas tareas históricas a las que se enfrenta el proletariado en razón de su condición socioeconómica.
El partidismo proletario es, por lo tanto, completamente incompatible con cualquier subjetivismo, con cualquier introducción de momentos subjetivos en la realidad. A diferencia del partidismo burgués, que está en contradicción con la verdadera comprensión del mundo y de sus leyes, el partidismo proletario por el contrario se deriva de la comprensión verdadera de la realidad, significa sacar conclusiones prácticas de esta comprensión verdadera. Por tanto, el partidismo proletario no sólo no excluye, sino que directamente presupone y exige absoluta sobriedad, objetividad, universalidad y minuciosidad en el examen, verificación y generalización de hechos y realidades.
Los vulgarizadores, que separaron el partidismo proletario de la ciencia y la verdad, de la investigación científica y de la comprensión de las leyes objetivas de la realidad, liquidaron de hecho la ciencia y degradaron el marxismo a una mediocre teoría burguesa. No sólo eso. Muy a menudo, el partidismo proletario se entendía simplemente como una forma de expresión, como un puñado de frases revolucionarias, de terribles maldiciones a la burguesía. El poder de las palabras reemplazó el poder de los argumentos.
El subjetivismo se manifestó particularmente a menudo en la interpretación de las tradiciones progresistas de nuestra nación y en el descubrimiento de las ideologías burguesas, especialmente el masarykismo. Así, por ejemplo, de la realidad de que el partido pudiera aclarar y descubrir a las masas la verdad sobre Masaryk gradualmente, paso a paso, dependiendo del desarrollo de la lucha de clases y de la conciencia política de estas masas, algunos de nuestros filósofos e historiadores concluyeron que era posible tergiversar y falsificar esta misma verdad, que es posible peinar y alisar [přičesávat a uhlazovat] a Masaryk. Es comprensible, naturalmente, que esta opinión incorrecta, subjetivista-idealista, no pueda durar mucho. Sin embargo, si no hace muchos años algunos filósofos e historiadores proclamaban a Masaryk como una gran figura positiva de nuestra historia, ahora algunos publicistas llegan a una opinión aparentemente opuesta cuando explican, como resultado de las desafortunadas acciones de Masaryk, los errores y las derrotas del movimiento revolucionario en los primeros años treinta del siglo XX. Ambos puntos de vista, a pesar de sus diferencias puramente formales y externas, son iguales en esencia, ya que se basan en un entendimiento idealista de la historia en general y de la personalidad en particular.
Muchos publicistas que acusan a Masaryk de engañar a la clase obrera con su sagacidad, astucia y otras cualidades personales, para convertirse así en presidente de la república burguesa, caen sin darse cuenta en las posiciones de idealismo al no percibir que -en palabras de Marx- "lo que hace es engrandecer a este individuo en vez de empequeñecerlo, al atribuirle un poder personal de iniciativa que no tenía paralelo en la historia universal" [1].
La dilucidación marxista de Masaryk y de su papel deben basarse en un análisis concreto de la lucha de clases y de las condiciones sociopolíticas, que permitían al político burgués medio desempeñar el papel de "libertador" y a las mezclas eclécticas de puntos de vista idealista-religiosos actuar bajo la apariencia de "filosofía nacional".
Las tendencias subjetivistas-idealistas son nutridas por la opinión superficial y dañina de que las cosas del socialismo y el proletariado pueden "beneficiarse" si se oscurecen y ocultan ciertas realidades en la investigación científica, si se embellece y colorea la realidad histórica. En particular en los ocasionales artículos conmemorativos, se ha convertido en costumbre que las figuras más destacadas de nuestra historia, ciencia y cultura sean peinadas y arregladas según las simpatías del autor y las "necesidades del día", lo que, sin embargo, hace que la historia deje de ser el escenario de personas vivas y la convierte en un panóptico de maniquíes disecados.
El subjetivismo no puede ser superado sin un estudio profundo y universal de los hechos y materiales, sin comprender que el marxismo es un método científico que explica y aclara -no cubre y simplifica- la oposición y complejidad de las interrelaciones de la realidad, que busca las leyes de esta realidad en sí misma, no en esquemas y fórmulas inventadas.
[*] Texto publicado originalmente en dos partes, en los números 8 y 9 del periódico semanal Literární Noviny, el 20 y 27 de febrero de 1954. La traducción al castellano, provisional, es de Gerard Marín Plana.
[1] Fragmento extraído del Prólogo que Marx escribió a la 2ª edición de El 18 Brumario de Luis Napoleón Bonaparte. Marx se refería al trato que dio Victor Hugo a Luis Napoleón Bonaparte en su obra Napoléon le Petit.
No hay comentarios:
Publicar un comentario