lunes, 15 de diciembre de 2025

Jan Zouhar: Jan Patočka y la Dialéctica de lo concreto de Kosík

Jan Patočka y la Dialéctica de lo concreto de Kosík

Jan Zouhar [*]

El trabajo de Kosík Dialéctica de lo concreto (1963) se convirtió en el trabajo filosófico checo más traducido del siglo XX. [1] En él se ocupó del tema de la autenticidad del hombre, de la realidad vivida y de la praxis. Recurriendo al pensamiento de Marx y a la fenomenología (en especial a la filosofía de Heidegger), expuso su concepción de la realidad sociohistórica como una totalidad concreta de estructura compleja, la cual exige la destrucción de lo pseudoconcreto, esto es, de la esfera de la praxis fetichizada, del mero ocuparse y de la manipulación. Prestó una gran atención a la categoría de trabajo como la actividad objetiva del hombre, que atraviesa todo su ser y constituye su especificidad. Sus reflexiones sobre la interpretación del texto filosófico y sobre la concretización histórico-temporal de la obra de arte impulsaron el surgimiento de la estética de la recepción moderna.

Jan Patočka se pronunció en varias ocasiones sobre la Dialéctica de lo concreto de Kosík. [2] En una carta a Václav Richter del 15 de marzo de 1964 constata que «ahora todo es Kosík por todas partes: una sensación, mientras que nadie sabe qué es lo que realmente dice y quiere Kosík. Aún no he oído ni una sola opinión razonable al respecto». [3] Una carta del 20 de septiembre de 1965 reacciona al libro de Kosík con mayor amplitud: «La dialéctica en la forma de Kosík es siempre la vieja dialéctica de Hegel, es decir, el método sintético que permite una comprensión positiva de la cosa al vincular los momentos abstractos en un todo concreto. La dialéctica, sin embargo, es más bien un movimiento negativo del pensamiento, en el cual tropezamos con algo que no podemos objetivar. [...] Sobre Kosík no voy a escribir (en particular); cierta observación acerca de su concepción del tiempo está en mi artículo sobre Gehlen en el Divadlo de este año (Gehlen sobre la antropogénesis). — La dialéctica de lo concreto (de lo pseudoconcreto = una aparición que se presenta como esencia) es un caso de la dialéctica de esencia y fenómeno, creo yo, fielmente hegeliana. La praxis no es un momento de la dialéctica que pudiera negar algo distinto, sino que el primado de la praxis sobre la teoría es una característica total de la dialéctica marxista, la cual no se puede proyectar ni encajar en tríadas aisladas». [4]

Patočka no se refirió a la Dialéctica de lo concreto de Kosík sólo en la correspondencia con Václav Richter, sino también en sus propios textos filosóficos especializados: ante todo en el estudio Heidegger desde la otra orilla, publicado por primera vez en alemán bajo el título Heidegger vom anderen Ufer en 1970 en Fráncfort del Meno, y en el escrito La filosofía checa y su fase actual, que fue pronunciado inicialmente en mayo de 1967 en el Museo Nacional de Praga, más tarde en alemán el 6 de febrero de 1968 en la Universidad de Friburgo de Brisgovia bajo el título Die tschechische Philosophie und die gegenwärtige Phase, y que pasó a formar parte del libro de Patočka Sobre el sentido de nuestro tiempo, publicado en 1969 por la editorial Mladá fronta, aunque su tirada fue destruida en su mayor parte. En el ya mencionado estudio Las opiniones de Gehlen sobre el papel del arte en la antropogénesis, que apareció por primera vez en 1965 en la revista Divadlo, Patočka califica la posición de Kosík en la cuestión de la temporalidad como problemática. [5] Pues «el intento extraordinariamente audaz de Kosík de explicar “a partir del trabajo” la propia preestructura del tiempo, su tridimensionalidad, intenta al parecer algo imposible: la reducción de lo no reducible». [6] Apoyándose en la idea de Gehlen «según la cual sólo mediante un comportamiento ritual-representativo surge y se expande en el hombre la relación total con el mundo y la “disposición hacia el mundo”, ese referirse al todo universal que no está contenido en el mero comportamiento instrumental», [7] Patočka pone en duda «que el proceso de creación de significado pueda ser trasladado de manera tan unívoca al ámbito del trabajo, como intenta hacerlo, por ejemplo, Karel Kosík en Dialéctica de lo concreto, puesto que desde tiempos antiguos hay al menos una raíz distinta de una significación más profunda, a saber, el comportamiento ritual-representativo». [8] Esto se manifiesta también en el enfoque del problema del tiempo.

Jan Patočka no considera el trabajo de Kosík una obra sistemática, sino únicamente una serie de cuatro reflexiones libremente enlazadas entre sí, cuyo objetivo es mostrar cómo el concepto de praxis y el concepto de totalidad concreta (es decir, una totalidad que no está simplemente por encima de las partes ni es una mera suma de partes, sino un todo dinámico que se estructura internamente) son la verdadera base filosófica para abordar la existencia, la cultura y la historia. Según Patočka, Kosík intenta demostrar que la praxis es el concepto que constituye la clave de todos los problemas ontológicos, gnoseológicos y existenciales.

Sin embargo, el concepto de praxis no se desarrolla de manera sistemática; la praxis no está descrita ni analizada en su conjunto, sino que sólo se ofrecen aportaciones parciales, y tampoco la confrontación con Husserl y Heidegger es sistemática, sino meramente aforística.

Según Patočka, la concepción de la praxis en Kosík no quiere ser una antropología, sino una ontología; y ello se ve obstaculizado por el hecho de que carece de una base antropológica y fenomenológica.

Aquí a Patočka Kosík le recuerda a Hegel y su concepción del trabajo, con la cual Kosík trató de superar el concepto heideggeriano de existencia y su ontología fundamental.

Kosík se concentró en el concepto de trabajo como praxis humana fundamental, que penetra y determina todas las actividades humanas. El hombre no es un ser que trabaja y, junto a ello, juega, lucha, ama, crea arte, etc., sino un ser que trabaja en todo eso. En el trabajo, el hombre se convierte en creador de otros entes, pero también en creador de su propio ser en la distancia respecto de las cosas y del mundo. El trabajo no es sólo óntico, sino ontológico. El trabajo está en el origen del hombre y constituye el punto de partida creador hacia él. Patočka señala la cercanía de la concepción kosíkiana del trabajo con la tesis de Engels sobre la humanización del mono mediante el trabajo, así como la cercanía de la dialéctica metafísica de Kosík con la dialéctica de la naturaleza en Engels.

La objeción de Patočka apunta a que esta dialéctica no es una dialéctica viva de la vida y de la historia, sino una metafísica objetivista que se aferra a estructuras abstractas y de ellas deriva los fenómenos concretos. No es una dialéctica de lo concreto, sino un mero principio constructivo. El tema aquí no es la producción del hombre por el hombre, sino la producción del hombre a partir de lo extrahumano el trabajo, como negación de la satisfacción inmediata de las necesidades, transforma al animal en ser humano. No obstante, Patočka valoró que «el trabajo de Kosík muestra realmente una profunda comprensión de que la problemática de la filosofía clásica alemana, sobre todo la de Hegel, del marxismo y de la fenomenología moderna y del existencialismo pertenecen a un único todo significativo, y aporta una contribución muy notable a la solución concreta de estas relaciones al desplazar el concepto de praxis hacia el lugar en el que la filosofía existencial y la ontología que de ella deriva sitúan la existencia». [9] Sin embargo, la dialéctica de lo concreto en Kosík sigue sin ser una dialéctica de la vida vivida: salta hacia la dialéctica de las cosas y hacia una dialéctica completamente hipotética de la naturaleza.

Según Patočka, la praxis es la edificación del sentido, un camino hacia la comprensión del ser, y no sólo hacia los entes, como son las cosas y las personas. Aun así, el libro de Kosík representa una irrupción: llegó al problema básico del pensamiento moderno —el pensamiento sobre la transformación que ha tenido lugar con el hombre en la época moderna—: el hombre no acepta lo dado, sino que lo modifica, y con ello crea al mismo tiempo a sí mismo, sus posibilidades espirituales y su mundo.

El texto Heidegger desde la otra orilla está dedicado en su primera parte a la crítica de la crítica que Lukács dirige a la filosofía de Heidegger como idealismo de la época tardío-imperialista, tal como Lukács la expuso especialmente en su obra La destrucción de la razón (1954). Según Patočka, Kosík sigue a Lukács: su Dialéctica de lo concreto está determinada por la concepción marxiana del desarrollo de la sociedad, de la historia y de la cultura, y aspira a una posible renovación de la filosofía [obnova filozofie] desde el espíritu de la dialéctica con la ayuda del pensamiento filosófico más novedoso. Precisamente Lukács es, para Kosík, el pensador que se enfrentó a las tendencias intelectuales del presente.

Del influjo de Lukács dan testimonio la terminología —Lukács: pseudoobjetividad; Kosík: pseudoconcreción—; la categoría básica de la dialéctica materialista es la totalidad; la praxis teórica es la reproducción espiritual e intelectual de la realidad, etc. Pero Patočka muestra con sensibilidad en qué medida Kosík va más lejos de lo que alcanzó Lukács: reflexiona sobre la destrucción de la pseudoconcreción, piensa a fondo la metafísica de la vida cotidiana, habla de la apertura del hombre, que se forma en la praxis; trata del hombre como un ser que crea el ser; la praxis es determinada como la esfera del ser humano.

Patočka señala que aquí, como también en el horizonte de una realidad determinada, son evidentes las inspiraciones husserlianas y heideggerianas, y que Kosík —si bien se atenía a motivos lukácsianos— demostró con su libro la problematicidad de una serie de tesis de Lukács: «la imposibilidad de una tercera vía, la rígida oposición entre idealismo subjetivo y materialismo dialéctico, la imposibilidad de un ser cuyo elemento sea la comprensión del ser, la ontología existencial como irracionalismo radical, la rígida oposición existencialismo-marxismo». [10]

El capítulo sobre la pseudoconcreción y sobre el concepto de totalidad concreta interesa menos a Patočka; la considera sólo una elaboración de la teoría leninista del conocimiento tal como la expone Lukács. Pero, con mayor claridad que en Lukács, se rebasa el marco de la tradición engelsiana cuando la «reproducción espiritual de la realidad» presupone la anticipación del todo, es decir, un cierto a priori, de modo que la interacción entre la totalidad y el hecho se convierte entonces en el criterio de concreción.

En el capítulo final del libro de Kosík ocupa un lugar central la praxis. El pensamiento se expone como un tipo de praxis, como un tipo de comportamiento activo del ser humano, explicado desde el ser, que incluye la comprensión. La comprensión del ser se convierte en el elemento básico del ser humano. «Al mismo tiempo se aclara aquello de lo que Lukács, en su parcialidad polémica, no se dio cuenta: que si el concepto de praxis ha de poseer realmente aquel significado filosófico que se le atribuye, es decir, si ha de ser el suelo propio del cual surgen en la vida y en la ciencia la verdad del ente y el conocimiento, entonces debe ser el “comportamiento abierto” de Heidegger; debe incluir la comprensión del ser». [11] Ahora bien, aquí Kosík no habla de comprensión (rozumění), sino de entendimiento (chápání) como actividad preteórica.

Patočka constata que Kosík no entendió que la dialéctica de lo concreto sólo es posible sobre la base de una ontología fundamental del Dasein humano, y que es precisamente la realidad humana en su carácter temporal (en su adelantarse) y la existencia corporal en su ambigüedad básica las que constituyen la base real de la dialéctica. El cuerpo sólo es aprehensible desde la cercanía, desde la perspectiva de la existencia temporal y entendible desde la relación yo–tú. La filosofía del siglo XX ha aportado la integración del cuerpo en la ontología, integración que tiene lugar en el existencialismo y en la fenomenología, en la obra de Heidegger, de Merleau-Ponty, de Sartre, de Buber.

A ello, sin embargo, según Patočka, Kosík no llegó: no escapó al dogmatismo y no alcanzó el sentido de los análisis de Heidegger. Es cierto que interpreta las estructuras de la cotidianidad (tal como las mostró Heidegger), pero lo hace sin la intención ontológica de éste y considera los análisis heideggerianos de la estructura del cuidado como la plasmación de una determinada fase de las relaciones capitalistas. Y así, según Patočka, se descubre en el libro de Kosík «una determinada contradicción, una problemática no del todo resuelta». [12] La cotidianidad, en efecto, no se funda en la alienación y la fetichización de la sociedad capitalista, como sostienen y tratan de demostrar Lukács y Kosík, porque ello «ignora por completo la intención ontológica del análisis de Heidegger». [13]

Karel Kosík no advirtió, que «si la dialéctica no ha de ser un juego vacío de conceptos , un “manierismo dialéctica”, entonces debe existir para ella alguna base fenoménica, y puesto que la versión metafísica de la fenomenología del espíritu que se purifica en el saber absoluto representa precisamente un exceso de mera construcción, no queda ya ninguna otra posibilidad de interpretación». [14] Esto se debe sin duda también a que «Kosík rechaza de principio ser fenomenólogo y busca en la fenomenología únicamente el “núcleo racional”. Desde nuestro punto de vista, hay que lamentar que no sea lo bastante fenomenólogo». [15]

No obstante, Patočka valoró que «el vivo interés de nuestra juventud filosófica por Heidegger, en un tiempo en que la época en Occidente no le es demasiado favorable, sólo lo hizo posible el trabajo filosófico de Karel Kosík». [16] Según Patočka, «el libro de Kosík supuso un giro en la evolución de la joven generación marxista en Checoslovaquia. Después de muchos años de machacar dogmáticamente esquemas vacíos, fue la primera obra en la que se hablaba filosóficamente de temas filosóficos». [17]



[1] Karel Kosík: Dialektika konkrétního, Praha 1963, 1965, 1966, italsky 1965, 1972, anglicky 1976, francouzsky 1970, 1988, japonsky 1977, katalánsky 1970, německy 1967, 1971, 1973, portugalsky 1969, řecky 1975, slovinsky 1967, srbochorvatsky 1967, španělsky 1967 (v Mexiku).

[2] Přehled Patočkových vyjádření k tématu viz poznámku 8 in Jan Patočka: Dopisy Václavu Richterovi, Praha: Oikúmené 2001, s. 128.

[3] Ídem, p. 127-128.

[4] Ídem, p. 145.

[5] Jan Patočka: Gehlenovy názory o úloze umění v antropogenezi, in týž: Umění a čas I, Praha: Oikúmené 2004, s. 209.

[6] Ídem, p. 209.

[7] Ídem, p. 209.

[8] Ídem, p. 209.

[9] Jan Patočka: Česká filosofie a její soudobá fáze, in týž: Češi I, Praha: Oikúmené 2006, s. 325.

[10] Jan Patočka: Heidegger z druhého břehu..., s. 227.

[11] Ídem, p. 226.

[12] Ídem, p. 229.

[13] Ídem, p. 228.

[14] Ídem, p. 227-228.

[15] Jan Patočka, Ceska filosofie a její soudobá fáze..., p. 326.

[16] Jan Patočka: Heidegger z druhého břehu..., s. 229.

[17] Ídem, p. 229.

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