domingo, 3 de mayo de 2020

Intelectuales y trabajadores (1968)



Intelectuales y trabajadores (1968)

Karel Kosík [*]


Cuando hablamos de la relación entre intelectuales y trabajadores acostumbramos a usar la imagen esópica común que compara las clases sociales con partes del cuerpo humano. Por ejemplo, nos referimos metafóricamente a la relación entre la clase trabajadora y la intelligentsia como si fuera la de las manos con el cerebro. También hablamos de ellos en términos de unidad de teoría y praxis. Estas comparaciones, sea como sea, son engañosas y falsas. Si los trabajadores representan las manos y la intelligentsia los cerebros, entonces los trabajadores no tienen cerebros y la intelligentsia no tiene manos. Su relación, en efecto, se basa en una insuficiencia fundamental mutua. Cada lado cumple una función para el otro: la intelligentsia piensa de parte de los trabajadores, y los trabajadores trabajan de parte de la intelligentsia. Los trabajadores no pueden pensar porque la intelligentsia es su cerebro, y la intelligentsia no puede trabajar porque los trabajadores son sus manos. Ambos lados persisten en apoyar variaciones y remanentes de esta noción reaccionaria; algunos trabajadores todavía piensan que la intelligentsia no trabaja realmente, y parte de la intelligentsia mantiene que los trabajadores solo representan una fuente de trabajo.

Prejuicios y sesgos mutuos se levantan también en el camino de lo que realmente importa -la alianza política revolucionaria de los obreros y la intelligentsia. Entre los trabajadores, el intelectual se comporta o bien como un predicador o como un adulador. O bien piensa que debe iluminar a las masas ignorantes y se comporta como un maestro con sus alumnos, un profesor con sus estudiantes, un predicador con sus fieles (es siempre una relación de un individuo activo con masas pasivas), o emplea otra táctica y se vuelve el "colega" de los trabajadores, se comporta con falsa jovialidad, les da golpecitos en la espalda, cuenta chistes, les llama por su nombre de pila, y trata de ser tan servil como es posible. Por supuesto, parte de este servilismo consiste en hablar mal de los intelectuales.

Una alianza política revolucionaria de los trabajadores y la intelligentsia tendría que basarse en el diálogo e influencia recíprocos. Una característica natural entre trabajadores e intelligentsia, representando los dos estratos sociales modernos, debería ser la habilidad de tomar una aproximación crítica ante todo, incluyéndose a sí mismos. Es anormal si la intelligentsia es forzada a la posición de tener que persuadir a otros de su propia indispensabilidad, utilidad e importancia; en esta situación, no puede jugar su papel crítico normal en la sociedad. La alianza revolucionaria entre trabajadores e intelligentsia presupone que ambas clases poseen cerebros y manos, que ambas pueden trabajar y pensar. Esta alianza debería crear algo nuevo en política, algo que puede ser realizado solo como consecuencia del contacto, diálogo e influencias mutuas. Esto no significa sin embargo que una clase se conformará con la otra o simulará la otra; entonces se produciría una uniformidad, no una alianza. Si tuviera que expresar el propósito de esta alianza sucintamente utilizaría las palabras sabiduría revolucionaria o "revolucionarismo" sabio.

Un encuentro y diálogo político mutuo entre la clase trabajadora y la intelligentsia debería dar lugar a un componente importante de vida social y pública: sabiduría política. Sabiduría en política excluye el oportunismo y la verborrea, así como la precipitación y la superficialidad. La sabiduría revolucionaria y los revolucionarios sabios proveen una garantía contra la histeria y la demagogia, contra la ambición y la arrogancia de los individuos, contra la cobardía, el exceso de cautela y la proverbial, falsa y nada inspirada jovialidad checa.



[*] Publicado originalmente como "Intelektuál a dělník" en el periódico literario Orientace, n. 5, en 1968. La traducción al castellano, de Gerard Marín Plana, toma sin embargo como referencia la versión inglesa de Zdenka Brodska y Mary Hrabik Samal, extraída de la antología de textos editada por James H. Satterwhite como The Crisis of Modernity. Essays and observations from the 1968 era. Maryland, Rowman & Littlefield Publishers, Inc. 1995. Págs. 207 y 208. Muy parecido es el final de la entrevista que le realizó a Kosík Antonin Liehm en mayo de ese mismo año, también disponible en el blog.

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