martes, 20 de mayo de 2025

Gustavo García Conde: Reflexiones antediluvianas (2012) de Karel Kosík

Reflexiones antediluvianas (2012) de Karel Kosík

Gustavo García Conde




En los sesentas, cuentan los maestros, Karel Kosik ingresó a lista de filósofos marxistas heterodoxos que había que leer si es que uno pretendía acceder a un marxismo vivificado. El filósofo checo Karel Kosik se hizo famoso en nuestro país —y ello sólo ocurrió entre los círculos marxistas no-dogmáticos— por la publicación en 1967 de su libro Dialéctica de lo concreto, escrito en 1963 y traducido por el maestro Adolfo Sánchez Vázquez, quien debió hacerlo en esos años a partir de la traducción del checo al italiano, cotejando también la traducción del checo al alemán. Desde entonces se han publicado en nuestro país, rara vez y de manera dispersa, breves ensayos de este autor. Este hecho, sin embargo, no es fortuito.


I

A partir de 1968 y después de 1970, por apoyar la Primavera de Praga, a Karel Kosik le fue impuesto el silencio absoluto en su país porque fue acusado por las autoridades comunistas de ser un filósofo contrarrevolucionario, y acusado también de revisionismo antimarxista. En 1970, Kosik dejó de dar clases porque fue expulsado de la Universidad. En 1972 hubo un cateo a su casa y en ese mismo año cayó sobre él una prohibición para recibir apoyos económicos provenientes del extranjero. A partir de 1973 se retiraron sus publicaciones de bibliotecas públicas. En 1975 la policía entró nuevamente a su casa y confiscó tres manuscritos, titulados Sobre la praxis, Sobre la verdad y Supercapital. En suma, más de mil páginas inéditas; perdidas para siempre. De 1976 a 1990 no hay datos de su vida. Fue silenciado.

Las reflexiones de este libro fueron redactadas entre 1991 y 1997, cuando después de la caída del bloque socialista Kosik fue reintegrado a la actividad académica, pero, sobre todo, cuando por fin se le permitió escribir y salir del silencio para expresar reflexiones realmente profundas y lúcidas, guardadas secretamente en su pensamiento, como cuidándolas del enemigo, y maduradas forzosamente a lo largo de casi dos décadas. Las 245 páginas que componen el texto se encuentran cargadas de riqueza reflexiva. Se puede tener la seguridad de que se leerá a un autor que piensa desde otro nivel, un autor lleno de ideas, inspirador, que piensa cosas de un manera profundamente radical.

Entre las dos largas décadas de retiro obligado de la vida académica, Kosik estuvo dedicado a trabajar como obrero y como albañil. Se volvió, como dice él, un “populacho indigente”, es decir, nos aclara en estas páginas, alguien cuya herencia de sus padres consiste en la honradez y la dignidad, orgullo de los demócratas; alguien a quien la codicia, la avidez, las cuentas bancarias o el consumismo en los supermercados no le hizo perder la cabeza. Así, Kosik debió refugiarse en lo poético-pensante: el territorio del pensamiento crítico, la poesía, el arte, la literatura.

Por todo esto, finalmente, después de más de 40 años se publica en México un libro nuevo de Karel Kosik. La editorial Itaca publica ahora Reflexiones antediluvianas, con una edición perfectamente cuidada y con una traducción directa del checo que se dejar sentir excelente, realizada por Fernando de Valenzuela, a quien probablemente ya conoce el público porque es también el traductor al español de Milan Kundera o Bohumil Hrabal.

Como el título del libro lo manifiesta, se trata de reflexiones, pensamientos. Son meditaciones de un hombre viejo, escritas entre sus 65 y 70 años, y que ha pasado por todo esto. Son meditaciones para antes de que el diluvio —puesto en marcha desde hace siglos— inunde y ahogue por completo a la humanidad entera. Con todo, Kosik denuncia el acabamiento de la modernidad. Un sistema que ya no puede ofrecer más. Un mundo que, en vez de abrir alternativas, se condena a ser la eterna repetición estéril de lo mismo. Se trata de un sistema cerrado, unidimensional. En contra de esto, Kosik escribe en la primera página de su libro: “la humanidad debería estar atenta para que el tema central del siglo próximo no sea la liquidación del hombre como aquel ser determinado por su relación con lo Abierto”.

Téngase presente que Kosik es alguien que ha debido guardar silencio entre 15 o 20 años, un hombre que fue destituido de su actividad académica por ser un “partidario del pensamiento crítico”. Un hombre censurado por ser un disidente político o libre pensador en los años de los gobiernos de Gustav Husak en Checoslovaquia y de Brézhnev en la Unión Soviética. Un pensador que incluso a partir de 1943, desde los 17 años, participó en la resistencia en contra de la ocupación nazi-alemana de Praga y que por ello, a finales del 1944, fue arrestado por la Gestapo y recluido en el campo de concentración alemán de Teresín, donde permaneció encerrado seis meses hasta la liberación de ese campo en mayo del 45. La de Kosik es una reflexión en la que el narrador está dentro de la historia que cuenta, cuya afección y denuncia parte de una historia personal; uno que padece directamente el hecho que quiere denunciar: la época moderna capitalista.

Asimismo, las reflexiones de Kosik, debido a que provienen de un pensador crítico, son inclasificables. El libro está constituido por 17 ensayos de diversa índole, compuestos por una cantidad indefinida de reflexiones. Sobre Kosik se puede decir lo mismo que Adorno afirmaba sobre Benjamin: es un pensador cuyas reflexiones son distantes de todas las corrientes intelectuales e ideológicas (así como de todos los “ismos”) de su época, pero que están al mismo tiempo en el cruce de todas las rutas. Tal como lo hace el discurso crítico, Kosik se mete en distintos terrenos: filosóficos, literarios, artísticos, políticos, crítica de la cultura o también arquitectónicos y urbanísticos. Sus reflexiones sobre la ciudad, por ejemplo, son importantísimas porque Kosik descifra la esencia misma de la época moderna leyendo únicamente el diseño y la estructuración de los conglomerados urbanos actuales.


II

Kosik cuenta la historia de la época moderna. Se trata de la historia del ser humano que se libera por fin de toda atadura medieval. Un ser humano que inicialmente quiere afirmar su libertad. No obstante, dice Kosik, esta afirmación de la libertad se encuentra acompañada por la voluntad de dominio que proviene del subjetivismo desaforado del Hombre: “Por ello —escribe Kosik—, este grandioso punto de partida moderno está marcado por la ambivalencia: el suyo no sólo tiene la voluntad de ser libre sino que carga también con el afán de dominar a la naturaleza, de convertirse en propietario monopólico y señor” (p. 25). Con ayuda de la ciencia, la razón, la economía y la técnica, el Hombre moderno avanzará con esta voluntad de dominio y se sentirá victorioso y orgulloso de la gran creación de su fabuloso mundo. Pese a todo, dice Kosik, el ser humano se convierte en víctima de su propia desmesura. Se trata de la gran tragedia del Hombre, quien ha creado un mundo en el que cree haber triunfado, pero, en realidad e irónicamente, el precio para ganar la vida ha consistido en perderla. “Y este —dice Kosik— es el engaño y la mentira del sistema planificado y edificado” bajo la figura del Fausto del que habla Goethe, aquel arquitecto y constructor del mundo moderno y, a la vez, el destructor del mundo mismo.

A lo largo del libro, Karel Kosik reflexiona acerca de que la historia del ser humano moderno es una tragedia. Una tragedia que consiste en que, cuando el Hombre cree haber triunfado y configurado un mundo a su imagen y semejanza, paradójicamente ha sido derrotado por su desmesura y, en cambio, solo ha sido el instrumento que ha creado un mundo según los dictados del Señor oculto, del dictador anónimo, el Supercapital, como le llama Kosik al capitalismo hiperfetichizado.

Pero Kosik decide avanzar aún más. Sabe que la organización de este mundo es aún más compleja. Esta tragedia (drama, comedia, farsa, pantomima —lo que sea—) envuelve por igual a todos sus personajes, ya que no sólo los seres humanos son quienes deben pagar el precio de su desmesura. Por ello, para Kosik, resulta insatisfactoria la explicación de Georg Lukács sobre lo qué son las tragedias, pues todavía el joven Lukács de 1910, previo a que comenzara el siglo XX y su inherente barbarie, puede afirmar que la época actual es un teatro del mundo. Para Lukács —cita Kosik a Lukács—, “la tragedia es una actuación; una pieza en la que actúan el hombre y el destino; una pieza donde Dios es el espectador. Él sólo es espectador, y nunca se mezcla su palabra ni su gesto con las palabras o los gestos de los que actúan” (p. 25) [2].

Pero Kosik trasciende la explicación de Lukács. La época actual no es un Theatrum Mundi visto por Dios. El drama de la época moderna es una farsa en cuyo argumento se han visto implicados no sólo el hombre sino incluso los dioses, quienes se encuentran ahora “ajusticiados, destituidos y humillados para atestiguar que el sistema es la única realidad y que carece de alternativas”.


III

¿Qué hacer en contra de este gran Señor oculto que es el funcionamiento? Kosik resume la esencia del ser humano con un “juego de palabras” en el que ya hubiera querido hacerlo Martin Heidegger. Sin embargo, el filósofo de la Selva Negra no hubiera podido hacerlo porque, primero, para colmo suyo, este “juego de palabras” es imposible en alemán, pero, sobre todo, porque Heidegger no está a favor de las luchas sociales. Por ello, en polémica con Heidegger e incluso con Sartre, Karel Kosik afirma: la esencia de la ek-sistencia reside en la re-sistencia. Para Kosik (quien en la Segunda Guerra Mundial resistió a la ocupación nazi-fascista de Praga; quien en los 50’s se opuso a las purgas estalinianas ejecutadas en Checoslovaquia; quien siendo un marxista heterodoxo resistió a la represión del “socialismo real” cuando, en 1968, los países que integraban el Pacto de Varsovia inundaron a Praga con cientos de tanquetas y decenas de miles de soldados; quien después de la caída del bloque socialista, cuando el mundo se tornó unipolar, criticó duramente las democracias liberales y la economía globalizada, así como a la “sociedad elegante” y del espectáculo), para él, ek-sistir es re-sistir en contra del devastador dominio de una “normalidad” perversa (119). El ser humano en cuanto ek-sistente es re-sistente en contra de la perdición y del mal (122), [3] resistente en contra de la normalidad, del funcionamiento y de la economía de mercado. De este modo, reivindicar lo humano, en este momento, significa resistir a esta dinámica suicida y aparentemente irrefrenable a la que se dirige progresivamente el mundo entero; a la que se dirige con todo y sus Dioses, a pesar del ser humano, y en contra del cielo y de la tierra. Por ello, el ser humano debe propugnar por el arte de habitar el mundo como una morada poética. Un ser humano que debe vivir abierto al mundo, con el mundo, en el mundo. Se trata de practicar el arte de vivir.

Apartado de todo planteamiento ingenuo y campirano, así como lejos de todo “romanticismo” —en el mal uso de la palabra “romántico”—, Kosik sostiene que la residencia del ser humano en el mundo consiste en roturar la tierra, habitar el paisaje, viviendo en un terruño, fundando mundos y polis, manifestando respeto por lo digno y honrándolo, es decir, perfeccionando a la naturaleza, a la vez que el ser humano es perfeccionado por ella, ya sea que todo esto lo haga en forma de dioses, de Dios, o de verdad; ya sea que lo haga en la forma del bien, del coraje, la belleza o la sabiduría (141).


IV

¿Qué hacer en contra de la marcha aparentemente invencible de este gran dictador anónimo que es el Supercapital? ¿Hay acaso todavía posibilidades para pensar una alternativa liberadora y, si es así, dónde buscarla? Hoy, como en la Primavera de Praga del 68, la alternativa liberadora está en la imaginación. Como afirmaron los jóvenes parisinos y del mundo entero durante los 60’s: ¡La imaginación al poder! La imaginación hará saltar la chispa y, con ella, la “esperanza”. “Únicamente —escribe Kosik— la imaginación nos puede liberar de la falta de espiritualidad. El poder liberador proviene de la imaginación creativa” (p. 26). “Si en esta época, en la que el mundo está gravemente amenazado, la imaginación creativa se pone de manifiesto es sólo como protesta y rebelión contra el paradigma dominante, como resistencia ante él” (p. 109). Como Kosik escribe en la última página de este libro: “La imaginación poética despierta la imaginación política” (p. 245).

La crisis profunda de nuestros días no puede solucionarse con el aparato conceptual y explicativo emanado por la época moderna misma. Si queremos pensar, debemos hacerlo con otras categorías. Imaginar significa negar y trascender el sistema actual mediante la composición de otro mundo posible (así define a la imaginación otro gran pensador, Bolívar Echeverría [4]. Para Kosik, las posibilidades liberadoras deben buscarse en una dimensión ausente, en una explicación ausente del mundo sobre cómo romper con la fuerza de este gran dictador anónimo.

En contra del “fin de la historia”, anunciado por varios, Kosik afirma que lo que en verdad ha llegado a su fin es sólo el paradigma moderno carente de posibilidades.

Por ello, se trata de aprender a percibir y a pensar de otro modo. Cerrar los ojos y los oídos y, más bien, aprender a ver y a escuchar de otra forma. Se trata de hacer que nazca una nueva cultura, completamente otra, en la cual haya lugar para la dignidad, la alegría, la sonrisa, la carcajada, el cuerpo, el asombro ante el mundo y la advertencia del cielo infinito, donde haya lugar para la poesía, lo sublime, lo elevado, lo digno, el arte, la phýsis y lo vivificante, y, sobre todo, que haya lugar para la libertad. Se trata de liberar al ser humano para que únicamente esté “determinado por su relación con lo Abierto” (p. 11).


V

Kosik es, finalmente, un auténtico revolucionario, un pensador militante afín a las auténticas luchas democráticas y sociales. Este libro está escrito en diálogo y, a la vez, en polémica con Karl Marx, Lukács, Heidegger, Levinas, Nietzsche o Schelling. Las discusiones del libro están en polémica con el marxismo, el materialismo, el idealismo o el romanticismo. También Kosik reflexiona en estas páginas con ayuda del arte, por ejemplo, con los Caprichos de Goya. En lo poético-pensante, Kosik reflexiona tanto con Hölderlin, Goethe, Sófocles, Dostoievski o Shakespeare, como también con la ayuda de los autores checos Franz Kafka, Jaroslav Hasek, Karel Havliek, Hrabal, Kundera o el filósofo Jan Patocka, así como con la ayuda de un gran autor del romanticismo y que resulta imprescindible para la reflexión de Kosik, el poeta checo Karel Hynek Macha. Por ello, de muchos modos, el libro nos recuerda la riqueza poético-pensante que brota en lengua checa pero que, algunas veces, permanece opacada por la estridencia que se otorga al centrismo de otras lenguas, como la alemana. Así, este libro sirve también de acercamiento a la riqueza que habita en la cultura checa, una cultura acosada, primero, por un proyecto imposible de fundar una “nación” con dos países, después acosada por el expansionismo alemán, más tarde por la Unión Soviética y, actualmente, por un proceso de globalización que todo lo uniformiza, que a todas las ciudades las destruye con su “embellecimiento” arquitectónico blanquecino, incluida Praga, esa Praga de la que Kosik se duele tanto porque tanto quiere.

Se trata de un libro que habrá que leer si es que queremos realizar una crítica profunda a la época moderna, a su pensamiento tecnocientífico, a su antropolatría, a su capitalismo. Un libro que espera ser leído si es que, con ayuda de lo poético-pensante y con ayuda de la crítica, nos queremos permitir el privilegio de pensar, de un modo distinto, una habitación humana sobre el mundo.



[1] Karel Kosík, Reflexiones antediluvianas, México, Itaca, 2012.

[2] G. Lukács, "Metafísica de la tragedia", en El alma y las formas y la teoría de la novela, México, Grijalbo, 1975, p. 243.

[3] Escribe Kosík:  “Že člověk jako ek-sistence je re-sistence proti zmaru a zlu”.

[4] Bolívar Echeverría, Valor de uso y utopía, México, Siglo XXI, 1998, p. 193.

lunes, 19 de mayo de 2025

Costanzo Preve: La filosofia di Karel Kosík

 La filosofia di Karel Kosík

Costanzo Preve

En marzo de 2012, poco antes de morir, el filósofo Costanzo Preve (1943-2013) charlaba en un bar, como en otras ocasiones, con su alumno Diego Fusaro acerca de Karel Kosík. Un mes antes había publicado, con Linda Cesana, Filosofia della verità e della giustizia. Il pensiero di Karel Kosík, donde daría cuenta más extensamente de su personal interpretación del pensador checo. 

El vídeo de la charla con Fusaro está disponible en el siguiente enlace: 



viernes, 21 de febrero de 2025

Gerard Marín Plana: Martin Heidegger y Karel Kosík

Martin Heidegger y Karel Kosík

Relación filosófica y terminológica

Gerard Marín Plana




En la República Checoslovaca de finales de la década de 1950, tras un periodo gubernamentalmente muy restrictivo con respecto a las artes o la filosofía, empieza a producirse un proceso de apertura o "deshielo" cultural. Entre otras cosas, se traducen al checo obras de autores que hasta entonces habían sido rechazados por "idealistas" o "burgueses", como Søren Kierkegaard, Jean-Paul Sartre o Martin Heidegger, y una parte de la intelectualidad del país se acerca a corrientes como el existencialismo. Es también el caso de Karel Kosík, quien, de la mano de su profesor y amigo, Jan Patočka, comienza a leer en seminario la obra del escritor de Ser y tiempo. Y, a partir de entonces, su relación filosófica con el pensador alemán sólo hará que profundizarse con el tiempo. 

Aparentemente, los primeros frutos públicos de esa relación se producen en 1960, cuando Kosík pronuncia dos conferencias. La primera, en septiembre de 1960, en el Coloquio Internacional de Royaumont, Francia, dedicada a la cuestión de la dialéctica, se publicará un año después en el número 63 de la revista italiana Aut-Aut. En ella, Kosík expone algunas de las "ideas fundamentales" que más tarde se encontrarán en su libro Dialéctica de lo concreto, del que hablaremos un poco más abajo. La segunda, en diciembre de ese mismo año, en el Club de la Unión de Escritores Checoslovacos, titulada "Marxismo y existencialismo" y de la que no hay indicios de conservación. En esta última se ocupa, según sus propias palabras un poco después, también en Dialéctica de lo concreto (1963), "del descubrimiento de algunos aspectos de la subterránea y secreta polémica filosófica de Heidegger con el marxismo", intentando "un diálogo fecundo entre el marxismo y el existencialismo" [1]. Acerca de la pertinencia de este diálogo pregunta en cartas de ese mismo año a Georg Lukács y Herbert Marcuse, a lo que ambos responden con una negativa [2].

Ya en la mencionada Dialéctica de lo concreto, obra en la que Kosík considera a Heidegger uno de "los grandes filósofos de todas las épocas y tendencias" [3] junto a Spinoza, Hegel y Marx, puede verse una notable influencia heideggeriana, diseminada en distintos sentidos. En general, esto se ha visto en el capítulo II, que se abre con una crítica a lo que el filósofo checo llama "metafísica de la vida cotidiana" y donde, en primer lugar, polemiza explícitamente con la perspectiva heideggeriana de la preocupación o "cura", que Kosík reconoce como el "modo primordial y elemental de existir la economía para el hombre", "el empeño práctico del individuo en el conjunto de las relaciones sociales, comprendidas desde el punto de vista de este empeño personal, individual y subjetivo" o "el mundo en el sujeto". Se trata, según Kosík, de un modo de relación fetichizante con la realidad, propio del siglo XX, en el que viven "tanto el obrero como el capitalista" y que expresa un "aspecto cosificado de la práctica" que oculta su "génesis" y muestra un "mundo estático". Kosík considera la preocupación, en última instancia, algo ineliminable, pero al mismo tiempo defiende (en su "filosofía de la praxis humana") que es posible liberar de ella al hombre a través de la "creación", mediante una "actividad humana transformadora" que revele que el mundo "es creación humana", de un "mundo humano". También el siguiente subapartado, dedicado a la cotidianidad y la historia, estaría enfocado en un sentido parecido.

Siendo esto cierto, hay que añadir que en el libro el diálogo con la filosofía de Heidegger va mucho más allá, y que aparece desde el mismo inicio y hasta el final. Un hecho, por cierto, que ya supo reconocer plenamente Manuel Sacristán Luzón, quien, en sus notas personales de lectura sobre la obra, apuntaba, en referencia al primer subapartado del primer capítulo, "El mundo de la pseudoconcreción y su destrucción", no "olvidar el arranque heideggeriano de la destrucción de la falsa concreción", y reconocía en la escritura de Kosík "el estilo acumulativo de Heidegger: no definir, sino fabricar psicológicamente una sensación", entre otros aspectos [4]. En efecto, en el comienzo de Ser y Tiempo (§6) se toma como objetivo la "destrucción" de la historia de la ontología; más allá, el término "pseudoconcreción" puede encontrarse originalmente en un texto de Günther Anders de 1948, "On the Pseudo-Concreteness of Heidegger's Philosophy", en el que, como muestra el título, precisamente hace referencia al pensamiento de Heidegger [5]. Se trata, pues, de una relación crítica que, sin embargo, se apropia para ella de diversos de los elementos de la filosofía criticada. Sin detenernos en ello, pues no es el propósito de este texto analizar el sentido de todos estos usos, puede mencionarse, en esta línea, el debate existente en ese mismo capítulo acerca de la relación entre esencia y fenómeno; la apropiación, por parte de Kosík, de las ideas de "autenticidad" o "trascendencia" tal y como las comprende Heidegger; o su aceptación de la "modificación existencial" como modo de "destrucción de la pseudoconcreción del mundo enajenado". También su concepción de la unidad entre teoría y praxis puede verse mediada por su lectura del filósofo alemán, y, al final, su pregunta "¿quién es el hombre?", que repetiría en otras conferencias de este periodo, posee claras raíces heideggerianas  [6]. 

Por todo esto, es posible llegar a considerar, como lo hará Kosík años después, en una entrevista en 1993, mirando hacia atrás, que Dialéctica de lo concreto es un "esbozo de un programa para el diálogo entre Marx y Heidegger" [7]. Aunque el filósofo checo avisaría que, para la época de redacción del libro,

sólo conocía la mitad de la obra de Heidegger. En aquel entonces, por ejemplo, no sabía nada sobre su concepto del "Gestell"; concepto que hoy me parece ser una categoría clave para el análisis del presente. Es más, este concepto – y hago esta afirmación asumiendo el riesgo de que, tanto marxistas como heideggerianos, me ataquen – hace de Heidegger el pensador que – por supuesto sin saberlo ni quererlo – realmente desarrolla, a nivel del pensamiento, la obra de Marx... [...] en cuanto a lo que tiene que ver con la profundidad de la perspectiva analítica, es que hablo de Heidegger como alguien que "desarrolla" la obra de Marx, pues ha realizado algo similar para el siglo XX.

En particular, la afirmación de que en 1963 "sólo conocía la mitad de la obra de Heidegger" muestra el alto grado de interés y dominio que Kosík ya mantiene sobre la filosofía heideggeriana cuando publica Dialéctica de lo concreto, así como todo el peso que todavía le añadiría en adelante. Su reconocimiento de Heidegger treinta años después llegaría al punto de situarlo en esa entrevista como su mayor influencia, junto con la obra de Lukács.

Para mí Heidegger se convirtió en alguien importante porque es uno de los pocos pensadores del siglo XX que intentan analizar la realidad de ese siglo. No es, por ejemplo, Lukács – y esta es una cuestión interesante tanto para los seguidores de Marx como para los conocedores del siglo XX – del que, precisamente por ser marxista, se debía esperar que fuera el filósofo que analizara la realidad del siglo XX en toda su complejidad, sino Heidegger quien nos ha provisto de un análisis filosófico de nuestra situación histórica.

Y es que a lo largo de los años 60, y más tarde, especialmente, en los escritos publicados ya a partir de los años 90, la terminología filosófica usada por Kosík se llenaría todavía más de multitud de referencias heideggerianas. Pueden destacarse, por ejemplo, su análisis del "hombre contemporáneo" y su concepción de la "Modernidad" como "sistema de manipulabilidad general", que, mucho antes de la Caída del Muro de Berlín, considera que afecta tanto al stalinismo como a la sociedad de consumo occidental en cuanto "la causa principal y el origen de ambos fenómenos es una oculta y oscura concepción comuna del hombre y de la realidad", algo que no puede desligarse de los planteamientos de Heidegger que le llevarían a afirmar, en Introducción a la Metafísica, conferencia pronunciada en 1935 y publicada en 1953, que "desde un punto de vista metafísico América y Rusia son lo mismo" [8]. Del mismo modo, sin pretender una lista exhaustiva, puede encontrarse sólo en Reflexiones Antediluvianas, compendio de artículos de Kosík del período 1991-1997 [9], una crítica de la "imagen" que puede relacionarse directamente con otra conferencia de Heidegger de 1938, "La época de la imagen del mundo", publicada en Caminos del bosque [10]. O, del mismo modo, la apelación de Kosík a la noción de hombre como "eksistencia"; a la "apertura" del ser y a lo "Abierto"; a la relación originaria de pertenencia "recíproca y mutua" del hombre y el mundo; a la disputa y unidad entre lo "terrenal y lo divino" y, en relación, a la "cuaternidad" o Tetraktys; o a un "habitar poéticamente" para "fundar el mundo". Todo tiene un origen heideggeriano. Más allá, es una forma de armar y concebir la escritura (como, repetimos, ya había sabido ver Manuel Sacristán) la que se acerca progresivamente a las formas de expresión de Heidegger. Por ejemplo, cuando el filósofo checo atiende a la etimología de ciertas palabras en checo o deja, con morosidad y atención, "hablar", expresarse, desarrollarse, a las cosas y cuestiones que quiere analizar. En una conversación que mantuve personalmente con su familia, se me comentó que Kosík se maravillaba del trato del lenguaje de Heidegger, y que había mencionado más de una vez no poder comprender cómo alguien así había podido defender sus posiciones políticas. 

El peso de esta progresiva influencia ha llevado a algunos académicos, como Jan Černý, a considerar que, durante el periodo 1993-1999, Kosík de hecho abandona su posición filosófica anterior para convertirse básicamente en un "pensador heideggeriano y, en un cierto sentido, un tradicionalista cuyo 'pensamiento crítico' simplemente incorporó algunos elementos marxistas" [11]. Pero es un juicio así lo que, desde mi punto de vista, es una simplificación. Por un lado, ni Jan Černý evita reconocer que esta influencia heideggeriana nunca estaría exenta de una visión crítica explícita, tanto en Dialéctica de lo concreto como en la obra posterior, no solo en lo que respecta a las posturas políticas de Heidegger, sino también a su proyecto filosófico. Al mismo tiempo, por motivos inexplicados, Černý debe reducir su periodo "tradicionalista" a una parte relativamente breve de su vejez, pues para los años finales de su vida, después de 1999, reconoce no poder mantener esa hipótesis.

En la misma entrevista a Kosík citada hasta ahora, podemos leer:

Que considere a Heidegger como el "continuador" de Marx a nivel del análisis, no significa que esté de acuerdo con la dirección fundamental de su filosofía. Para mí un error fundamental de la posición heidegeriana es que Heidegger sólo reconoce dos formas de la relación verdadera del ser humano con la realidad, a saber, pensar y recitar. Además en Heidegger esta posición está unida a su afirmación de que los alemanes son un pueblo de pensadores y poetas. Por eso siempre les he dicho a mis estudiantes: ¡Es cierto! Los alemanes son pensadores (Denker) y poetas (Dichter) pero les falta una "D": no son democráticos (Demokraten). O dicho de otra forma: En Heidegger falta el momento de la acción, del hacer en el sentido de una praxis liberadora.

En las siguientes líneas, esta crítica sigue desarrollándose: "he encontrado en Heidegger muchas perspectivas capaces de facilitar un diálogo productivo con mi propia filosofía, y [...] me ha ayudado en el planteamiento de la pregunta que realmente me interesa: ¿Qué es, en verdad, lo que constituye la realidad del siglo XX?". En otro texto de ese mismo año, incluido en el citado libro Reflexiones Antediluvianas, Kosík escribe, además: "Quien se apunta a una tendencia y se considera tomista, husserliano, heideggeriano, se expone al riesgo de ponerse en manos de una doctrina y perder la capacidad de pensar." [12] Aparentemente, Černý considera como diálogo crítico únicamente el polémico. Pero, tal y como Kosík concibe entonces el asunto, -y también, desde mi punto de vista, a lo largo de toda su vida, en cierto modo ya desde su defensa de una comprensión creativa del marxismo a mediados de la década de 1950-, él se mantiene verdaderamente fiel, por encima de todo, al "pensamiento crítico", a una autonomía del pensar que, en cierto modo, es el único pensar.

Hay que añadir aquí que una simplificación como la de Černý resulta no obstante, sin lugar a dudas, menos flagrante que la de aquellos que, como Néstor Kohan, han creído y celebrado, ciegos a toda evidencia, que en su obra Kosík, considerado por él "marxista", sólo arremetía "sin piedad" contra Heidegger, en una "crítica demoledora" que "debería prolongarse hoy en día" [13], ocultando en ese proceso, de manera incomprensible, una parte fundamental de la filosofía de Kosík y de su actitud hacia el pensar, y fomentando el aislamiento sectario y la pobreza intelectual. Volvamos por última vez a la entrevista que hemos estado utilizando:

para mí Marx y Heidegger representan posiciones fundamentalmente diferentes. Común a estas dos posiciones – si se me permite decirlo así – es que ambas fracasaron en su esfuerzo por promover una transformación de la realidad. 

Además de con un supuesto "tradicionalismo" filosófico, el largo acercamiento de Kosík a la filosofía heideggeriana ha sido relacionado también con un "pesimismo" que le habría embargado en los últimos años de su vida. Si bien puede ser cierto que, "desde el final de la década de 1960, el pathos de la ontocreatividad y de la praxis revolucionaria poco a poco desaparece de su trabajo" [14], tal vez deberíamos preguntarnos si, más allá del estado psicológico o de las previsiones históricas "antediluvianas", catastróficas de Kosík, esto no tiene pleno sentido en el contexto de su momento (y todavía del nuestro), cuando, a diferencia de las décadas de 1950 y 1960, la revolución como proyecto práctico histórico había fracasado y casi desaparecido y las masas, salvo excepciones, se habían sumergido en el "silencio" cotidiano y en la pasividad consumista mientras la voracidad del Capital no hacía sino crecer. Ante esta acusación de pesimismo, me parece superfluo, aquí, referirme al "pesimismo de la inteligencia" y el "optimismo de la voluntad" de Antonio Gramsci. Además, la tradición revolucionaria, a la que, en mi opinión, Kosík nunca dejó de pertenecer, había dejado muchos aspectos impensados que era importante explorar. Como me comentó también su familia, en una conversación privada, el hecho de que Karel considerara "más importante" trabajar en ese momento en "otras cuestiones antes que en la de la economía" no implica que rechazara el peso de esta, comprendida, además, en el sentido que Kosík daba al término. Por otro lado, habría que plantearse en qué lugar queda, por ejemplo, la cuestión de la "imaginación creativa", que Kosík defiende repetidamente como alternativa al sistema existente, o la exhortación a la creación de una "polis moderna", entendida como comunidad solidaria de ciudadanos [15]. La propia escritura de Kosík en esta etapa de madurez y senectud, su belleza poética, tan heideggeriana, el amor por el mundo y por las posibilidades todavía abiertas del ser humano que se desprenden de ella, me parecen un caso ejemplar de lo contrario: todos esos textos son un impulso al encuentro de otro paradigma, que Kosík no puede ni considera su función prever, pero que sí trata de alentar, de reconocer y de significar. 

Jan Patočka escribió, en una carta de 1964, que con Dialéctica de lo concreto Kosík se había convertido en una "sensación" a pesar de que nadie sabía precisamente "qué está diciendo en realidad y a qué apunta" [16]. Aunque, en general, Kosík dejó hace mucho tiempo de ser una "sensación", es posible, en cierto modo, seguir repitiendo lo mismo que Patočka, también en lo que respecta a su relación con Martin Heidegger. Tratar de comprender en toda su complejidad y expresividad su filosofía, con cuidado filológico y sin finalismos partidistas ajenos, es un paso imprescindible para poder reflexionar críticamente y llegar a superar su obra, y puede ayudarnos en la difícil tarea de repensar nuestro turbulento mundo hoy, ya de lleno en el siglo XXI.



[1] Kosík, Karel (1967): Dialéctica de lo concreto. Editorial Grijalbo, México, D. F. Pág. 100.

[2] Toda la información disponible acerca de este intercambio puede encontrarse en https://decenciaycritica.blogspot.com/2019/07/sobre-la-relacion-entre-heidegger-y-marx.html

[3] Ídem: Dialéctica de lo concreto. Editorial Grijalbo, México, D. F. Pág. 39.

[4] Las notas de lectura de Manuel Sacristán sobre Dialéctica de lo concreto pueden encontrarse en https://decenciaycritica.blogspot.com/2020/08/manuel-sacristan-sobre-dialectica-de-lo.html.

[5] Ver Heidegger, Martin (2003). Ser y tiempo. Madrid, Editorial Trotta. Pág. 40. Y Anders, Guenther (1948), "On the Pseudo-Concreteness of Heidegger's Philosophy", en Philosophy and Phenomenological Research. Vol. 8, Nº 3. Marzo de 1948. Págs. 337-371.

[6] Kosík repite la pregunta, por ejemplo, en "El hombre y la filosofía", de 1965. Publicado en el volumen editado por Erich Fromm Socialist Humanism: An International Simposium. Garden City, New York, Doubleday & Co. 1965. La versión al castellano del volumen, de Eduardo Goligorsky, apareció dos años más tarde como Humanismo socialista en la editorial Paidós, Buenos Aires. Págs.183-192. Disponible online en https://decenciaycritica.blogspot.com/2019/07/el-hombre-y-la-filosofia.html. Martin Heidegger hace incapié en esta pregunta, por ejemplo, en sus lecciones de Lógica de 1934. Ver Heidegger, Martin (1991): Lógica. Lecciones de M. Heidegger. Anthropos, Barcelona.

[7] Entrevista realizada por Raúl Fornet-Betancourt y Martin Traine en Praga el 13 de febrero de 1993. El original alemán se publicó en Concordia. Nº 24. 1993. Págs.13-23. Disponible online en https://decenciaycritica.blogspot.com/2019/06/Los-ciudadanos-constituyen-el-fundamento-de-un-mundo-libre.html.

[8] El texto de Kosík pertenece a "La crisis del hombre moderno y el socialismo", publicado originalmente en checo como "Krize moderního člověka a socialismus" en Plamen X, 1968, n. 9, págs. 22 a 27. Para la cita de Heidegger, ver Heidegger, Martin (1995): Introducción a la Metafísica. Gedisa, Barcelona. Pág. 42.

[9] Kosík, Karel (2012): Reflexiones Antediluvianas. Editorial Itaca, México D. F. 

[10] Heidegger, Martin (2010): Caminos de bosque. Alianza, Madrid. 

[11] Černý, Jan: "Karel Kosík and Martin Heidegger: From Marxism to Traditionalism", en Feinberg, Landa y Mervart (2022): Karel Kosík and the Dialectics of the Concrete. Koninklijke Brill NV, Leiden. Pág. 281.

[12] Ídem: Reflexiones Antediluvianas. Editorial Itaca, México D. F. Pág. 21.

[13] Kohan, Néstor: "La filosofía militante de Karel Kosík (1926-2003)", en Utopía y praxis latinoamericana. Año 9 Nº 27 (octubre-diciembre 2004). Págs. 93 y 94.

[14] Landa, Ivan: "Labour and Time: Kosík's Temporal Materialism", en Ídem (2022): Karel Kosík and the Dialectics of the Concrete. Koninklijke Brill NV, Leiden. Pág. 281. Pág. 105.

[15] Ideas que aparecen en Ídem: Reflexiones Antediluvianas. Editorial Itaca, México D. F. Págs. 26, 30, 109, 117, 221 y 229. Y en Ídem: Století Markéty Samsové, Český spisovatel, Praga, 1993. Págs. 11–21.

[16] Landa, Ivan: "Labour and Time: Kosík's Temporal Materialism", en Ídem (2022): Karel Kosík and the Dialectics of the Concrete. Koninklijke Brill NV, Leiden. Pág. 281. Pág. 101.