Martin Heidegger y Karel Kosík
Relación filosófica y terminológica
Gerard Marín Plana
En la República Checoslovaca de finales de la década de 1950, tras un periodo gubernamentalmente muy restrictivo con respecto a las artes o la filosofía, empieza a producirse un proceso de apertura o "deshielo" cultural. Entre otras cosas, se traducen al checo obras de autores que hasta entonces habían sido rechazados por "idealistas" o "burgueses", como Søren Kierkegaard, Jean-Paul Sartre o Martin Heidegger, y una parte de la intelectualidad del país se acerca a corrientes como el existencialismo. Es también el caso de Karel Kosík, quien, de la mano de su profesor y amigo, Jan Patočka, comienza a leer en seminario la obra del escritor de Ser y tiempo. Y, a partir de entonces, su relación filosófica con el pensador alemán sólo hará que profundizarse con el tiempo.
Aparentemente, los primeros frutos públicos de esa relación se producen en 1960, cuando Kosík pronuncia dos conferencias. La primera, en septiembre de 1960, en el Coloquio Internacional de Royaumont, Francia, dedicada a la cuestión de la dialéctica, se publicará un año después en el número 63 de la revista italiana Aut-Aut. En ella, Kosík expone algunas de las "ideas fundamentales" que más tarde se encontrarán en su libro Dialéctica de lo concreto, del que hablaremos un poco más abajo. La segunda, en diciembre de ese mismo año, en el Club de la Unión de Escritores Checoslovacos, titulada "Marxismo y existencialismo" y de la que no hay indicios de conservación. En esta última se ocupa, según sus propias palabras un poco después, también en Dialéctica de lo concreto (1963), "del descubrimiento de algunos aspectos de la subterránea y secreta polémica filosófica de Heidegger con el marxismo", intentando "un diálogo fecundo entre el marxismo y el existencialismo" [1]. Acerca de la pertinencia de este diálogo pregunta en cartas de ese mismo año a Georg Lukács y Herbert Marcuse, a lo que ambos responden con una negativa [2].
Ya en la mencionada Dialéctica de lo concreto, obra en la que Kosík considera a Heidegger uno de "los grandes filósofos de todas las épocas y tendencias" [3] junto a Spinoza, Hegel y Marx, puede verse una notable influencia heideggeriana, diseminada en distintos sentidos. En general, esto se ha visto en el capítulo II, que se abre con una crítica a lo que el filósofo checo llama "metafísica de la vida cotidiana" y donde, en primer lugar, polemiza explícitamente con la perspectiva heideggeriana de la preocupación o "cura", que Kosík reconoce como el "modo primordial y elemental de existir la economía para el hombre", "el empeño práctico del individuo en el conjunto de las relaciones sociales, comprendidas desde el punto de vista de este empeño personal, individual y subjetivo" o "el mundo en el sujeto". Se trata, según Kosík, de un modo de relación fetichizante con la realidad, propio del siglo XX, en el que viven "tanto el obrero como el capitalista" y que expresa un "aspecto cosificado de la práctica" que oculta su "génesis" y muestra un "mundo estático". Kosík considera la preocupación, en última instancia, algo ineliminable, pero al mismo tiempo defiende (en su "filosofía de la praxis humana") que es posible liberar de ella al hombre a través de la "creación", mediante una "actividad humana transformadora" que revele que el mundo "es creación humana", de un "mundo humano". También el siguiente subapartado, dedicado a la cotidianidad y la historia, estaría enfocado en un sentido parecido.
Siendo esto cierto, hay que añadir que en el libro el diálogo con la filosofía de Heidegger va mucho más allá, y que aparece desde el mismo inicio y hasta el final. Un hecho, por cierto, que ya supo reconocer plenamente Manuel Sacristán Luzón, quien, en sus notas personales de lectura sobre la obra, apuntaba, en referencia al primer subapartado del primer capítulo, "El mundo de la pseudoconcreción y su destrucción", no "olvidar el arranque heideggeriano de la destrucción de la falsa concreción", y reconocía en la escritura de Kosík "el estilo acumulativo de Heidegger: no definir, sino fabricar psicológicamente una sensación", entre otros aspectos [4]. En efecto, en el comienzo de Ser y Tiempo (§6) se toma como objetivo la "destrucción" de la historia de la ontología; más allá, el término "pseudoconcreción" puede encontrarse originalmente en un texto de Günther Anders de 1948, "On the Pseudo-Concreteness of Heidegger's Philosophy", en el que, como muestra el título, precisamente hace referencia al pensamiento de Heidegger [5]. Se trata, pues, de una relación crítica que, sin embargo, se apropia para ella de diversos de los elementos de la filosofía criticada. Sin detenernos en ello, pues no es el propósito de este texto analizar el sentido de todos estos usos, puede mencionarse, en esta línea, el debate existente en ese mismo capítulo acerca de la relación entre esencia y fenómeno; la apropiación, por parte de Kosík, de las ideas de "autenticidad" o "trascendencia" tal y como las comprende Heidegger; o su aceptación de la "modificación existencial" como modo de "destrucción de la pseudoconcreción del mundo enajenado". También su concepción de la unidad entre teoría y praxis puede verse mediada por su lectura del filósofo alemán, y, al final, su pregunta "¿quién es el hombre?", que repetiría en otras conferencias de este periodo, posee claras raíces heideggerianas [6].
Por todo esto, es posible llegar a considerar, como lo hará Kosík años después, en una entrevista en 1993, mirando hacia atrás, que Dialéctica de lo concreto es un "esbozo de un programa para el diálogo entre Marx y Heidegger" [7]. Aunque el filósofo checo avisaría que, para la época de redacción del libro,
sólo conocía la mitad de la obra de Heidegger. En aquel entonces, por ejemplo, no sabía nada sobre su concepto del "Gestell"; concepto que hoy me parece ser una categoría clave para el análisis del presente. Es más, este concepto – y hago esta afirmación asumiendo el riesgo de que, tanto marxistas como heideggerianos, me ataquen – hace de Heidegger el pensador que – por supuesto sin saberlo ni quererlo – realmente desarrolla, a nivel del pensamiento, la obra de Marx... [...] en cuanto a lo que tiene que ver con la profundidad de la perspectiva analítica, es que hablo de Heidegger como alguien que "desarrolla" la obra de Marx, pues ha realizado algo similar para el siglo XX.
En particular, la afirmación de que en 1963 "sólo conocía la mitad de la obra de Heidegger" muestra el alto grado de interés y dominio que Kosík ya mantiene sobre la filosofía heideggeriana cuando publica Dialéctica de lo concreto, así como todo el peso que todavía le añadiría en adelante. Su reconocimiento de Heidegger treinta años después llegaría al punto de situarlo en esa entrevista como su mayor influencia, junto con la obra de Lukács.
Para mí Heidegger se convirtió en alguien importante porque es uno de los pocos pensadores del siglo XX que intentan analizar la realidad de ese siglo. No es, por ejemplo, Lukács – y esta es una cuestión interesante tanto para los seguidores de Marx como para los conocedores del siglo XX – del que, precisamente por ser marxista, se debía esperar que fuera el filósofo que analizara la realidad del siglo XX en toda su complejidad, sino Heidegger quien nos ha provisto de un análisis filosófico de nuestra situación histórica.
Y es que a lo largo de los años 60, y más tarde, especialmente, en los escritos publicados ya a partir de los años 90, la terminología filosófica usada por Kosík se llenaría todavía más de multitud de referencias heideggerianas. Pueden destacarse, por ejemplo, su análisis del "hombre contemporáneo" y su concepción de la "Modernidad" como "sistema de manipulabilidad general", que, mucho antes de la Caída del Muro de Berlín, considera que afecta tanto al stalinismo como a la sociedad de consumo occidental en cuanto "la causa principal y el origen de ambos fenómenos es una oculta y oscura concepción comuna del hombre y de la realidad", algo que no puede desligarse de los planteamientos de Heidegger que le llevarían a afirmar, en Introducción a la Metafísica, conferencia pronunciada en 1935 y publicada en 1953, que "desde un punto de vista metafísico América y Rusia son lo mismo" [8]. Del mismo modo, sin pretender una lista exhaustiva, puede encontrarse sólo en Reflexiones Antediluvianas, compendio de artículos de Kosík del período 1991-1997 [9], una crítica de la "imagen" que puede relacionarse directamente con otra conferencia de Heidegger de 1938, "La época de la imagen del mundo", publicada en Caminos del bosque [10]. O, del mismo modo, la apelación de Kosík a la noción de hombre como "eksistencia"; a la "apertura" del ser y a lo "Abierto"; a la relación originaria de pertenencia "recíproca y mutua" del hombre y el mundo; a la disputa y unidad entre lo "terrenal y lo divino" y, en relación, a la "cuaternidad" o Tetraktys; o a un "habitar poéticamente" para "fundar el mundo". Todo tiene un origen heideggeriano. Más allá, es una forma de armar y concebir la escritura (como, repetimos, ya había sabido ver Manuel Sacristán) la que se acerca progresivamente a las formas de expresión de Heidegger. Por ejemplo, cuando el filósofo checo atiende a la etimología de ciertas palabras en checo o deja, con morosidad y atención, "hablar", expresarse, desarrollarse, a las cosas y cuestiones que quiere analizar. En una conversación que mantuve personalmente con su familia, se me comentó que Kosík se maravillaba del trato del lenguaje de Heidegger, y que había mencionado más de una vez no poder comprender cómo alguien así había podido defender sus posiciones políticas.
El peso de esta progresiva influencia ha llevado a algunos académicos, como Jan Černý, a considerar que, durante el periodo 1993-1999, Kosík de hecho abandona su posición filosófica anterior para convertirse básicamente en un "pensador heideggeriano y, en un cierto sentido, un tradicionalista cuyo 'pensamiento crítico' simplemente incorporó algunos elementos marxistas" [11]. Pero es un juicio así lo que, desde mi punto de vista, es una simplificación. Por un lado, ni Jan Černý evita reconocer que esta influencia heideggeriana nunca estaría exenta de una visión crítica explícita, tanto en Dialéctica de lo concreto como en la obra posterior, no solo en lo que respecta a las posturas políticas de Heidegger, sino también a su proyecto filosófico. Al mismo tiempo, por motivos inexplicados, Černý debe reducir su periodo "tradicionalista" a una parte relativamente breve de su vejez, pues para los años finales de su vida, después de 1999, reconoce no poder mantener esa hipótesis.
En la misma entrevista a Kosík citada hasta ahora, podemos leer:
Que considere a Heidegger como el "continuador" de Marx a nivel del análisis, no significa que esté de acuerdo con la dirección fundamental de su filosofía. Para mí un error fundamental de la posición heidegeriana es que Heidegger sólo reconoce dos formas de la relación verdadera del ser humano con la realidad, a saber, pensar y recitar. Además en Heidegger esta posición está unida a su afirmación de que los alemanes son un pueblo de pensadores y poetas. Por eso siempre les he dicho a mis estudiantes: ¡Es cierto! Los alemanes son pensadores (Denker) y poetas (Dichter) pero les falta una "D": no son democráticos (Demokraten). O dicho de otra forma: En Heidegger falta el momento de la acción, del hacer en el sentido de una praxis liberadora.
En las siguientes líneas, esta crítica sigue desarrollándose: "he encontrado en Heidegger muchas perspectivas capaces de facilitar un diálogo productivo con mi propia filosofía, y [...] me ha ayudado en el planteamiento de la pregunta que realmente me interesa: ¿Qué es, en verdad, lo que constituye la realidad del siglo XX?". En otro texto de ese mismo año, incluido en el citado libro Reflexiones Antediluvianas, Kosík escribe, además: "Quien se apunta a una tendencia y se considera tomista, husserliano, heideggeriano, se expone al riesgo de ponerse en manos de una doctrina y perder la capacidad de pensar." [12] Aparentemente, Černý considera como diálogo crítico únicamente el polémico. Pero, tal y como Kosík concibe entonces el asunto, -y también, desde mi punto de vista, a lo largo de toda su vida, en cierto modo ya desde su defensa de una comprensión creativa del marxismo a mediados de la década de 1950-, él se mantiene verdaderamente fiel, por encima de todo, al "pensamiento crítico", a una autonomía del pensar que, en cierto modo, es el único pensar.
Hay que añadir aquí que una simplificación como la de Černý resulta no obstante, sin lugar a dudas, menos flagrante que la de aquellos que, como Néstor Kohan, han creído y celebrado, ciegos a toda evidencia, que en su obra Kosík, considerado por él "marxista", sólo arremetía "sin piedad" contra Heidegger, en una "crítica demoledora" que "debería prolongarse hoy en día" [13], ocultando en ese proceso, de manera incomprensible, una parte fundamental de la filosofía de Kosík y de su actitud hacia el pensar, y fomentando el aislamiento sectario y la pobreza intelectual. Volvamos por última vez a la entrevista que hemos estado utilizando:
para mí Marx y Heidegger representan posiciones fundamentalmente diferentes. Común a estas dos posiciones – si se me permite decirlo así – es que ambas fracasaron en su esfuerzo por promover una transformación de la realidad.
Además de con un supuesto "tradicionalismo" filosófico, el largo acercamiento de Kosík a la filosofía heideggeriana ha sido relacionado también con un "pesimismo" que le habría embargado en los últimos años de su vida. Si bien puede ser cierto que, "desde el final de la década de 1960, el pathos de la ontocreatividad y de la praxis revolucionaria poco a poco desaparece de su trabajo" [14], tal vez deberíamos preguntarnos si, más allá del estado psicológico o de las previsiones históricas "antediluvianas", catastróficas de Kosík, esto no tiene pleno sentido en el contexto de su momento (y todavía del nuestro), cuando, a diferencia de las décadas de 1950 y 1960, la revolución como proyecto práctico histórico había fracasado y casi desaparecido y las masas, salvo excepciones, se habían sumergido en el "silencio" cotidiano y en la pasividad consumista mientras la voracidad del Capital no hacía sino crecer. Ante esta acusación de pesimismo, me parece superfluo, aquí, referirme al "pesimismo de la inteligencia" y el "optimismo de la voluntad" de Antonio Gramsci. Además, la tradición revolucionaria, a la que, en mi opinión, Kosík nunca dejó de pertenecer, había dejado muchos aspectos impensados que era importante explorar. Como me comentó también su familia, en una conversación privada, el hecho de que Karel considerara "más importante" trabajar en ese momento en "otras cuestiones antes que en la de la economía" no implica que rechazara el peso de esta, comprendida, además, en el sentido que Kosík daba al término. Por otro lado, habría que plantearse en qué lugar queda, por ejemplo, la cuestión de la "imaginación creativa", que Kosík defiende repetidamente como alternativa al sistema existente, o la exhortación a la creación de una "polis moderna", entendida como comunidad solidaria de ciudadanos [15]. La propia escritura de Kosík en esta etapa de madurez y senectud, su belleza poética, tan heideggeriana, el amor por el mundo y por las posibilidades todavía abiertas del ser humano que se desprenden de ella, me parecen un caso ejemplar de lo contrario: todos esos textos son un impulso al encuentro de otro paradigma, que Kosík no puede ni considera su función prever, pero que sí trata de alentar, de reconocer y de significar.
Jan Patočka escribió, en una carta de 1964, que con Dialéctica de lo concreto Kosík se había convertido en una "sensación" a pesar de que nadie sabía precisamente "qué está diciendo en realidad y a qué apunta" [16]. Aunque, en general, Kosík dejó hace mucho tiempo de ser una "sensación", es posible, en cierto modo, seguir repitiendo lo mismo que Patočka, también en lo que respecta a su relación con Martin Heidegger. Tratar de comprender en toda su complejidad y expresividad su filosofía, con cuidado filológico y sin finalismos partidistas ajenos, es un paso imprescindible para poder reflexionar críticamente y llegar a superar su obra, y puede ayudarnos en la difícil tarea de repensar nuestro turbulento mundo hoy, ya de lleno en el siglo XXI.
[1] Kosík, Karel (1967): Dialéctica de lo concreto. Editorial Grijalbo, México, D. F. Pág. 100.
[3] Ídem: Dialéctica de lo concreto. Editorial Grijalbo, México, D. F. Pág. 39.
[5] Ver Heidegger, Martin (2003). Ser y tiempo. Madrid, Editorial Trotta. Pág. 40. Y Anders, Guenther (1948), "On the Pseudo-Concreteness of Heidegger's Philosophy", en Philosophy and Phenomenological Research. Vol. 8, Nº 3. Marzo de 1948. Págs. 337-371.
[6] Kosík repite la pregunta, por ejemplo, en "El hombre y la filosofía", de 1965. Publicado en el volumen editado por Erich Fromm
Socialist Humanism: An International Simposium. Garden City, New York, Doubleday & Co. 1965. La versión al castellano del volumen, de Eduardo Goligorsky, apareció dos años más tarde como
Humanismo socialista en la editorial Paidós, Buenos Aires. Págs.183-192. Disponible online en
https://decenciaycritica.blogspot.com/2019/07/el-hombre-y-la-filosofia.html. Martin Heidegger hace incapié en esta pregunta, por ejemplo, en sus lecciones de Lógica de 1934. Ver Heidegger, Martin (1991):
Lógica. Lecciones de M. Heidegger. Anthropos, Barcelona.
[8] El texto de Kosík pertenece a "La crisis del hombre moderno y el socialismo", publicado originalmente en checo como "Krize moderního člověka a socialismus" en Plamen X, 1968, n. 9, págs. 22 a 27. Para la cita de Heidegger, ver Heidegger, Martin (1995): Introducción a la Metafísica. Gedisa, Barcelona. Pág. 42.
[9] Kosík, Karel (2012): Reflexiones Antediluvianas. Editorial Itaca, México D. F.
[10] Heidegger, Martin (2010): Caminos de bosque. Alianza, Madrid.
[11] Černý, Jan: "Karel Kosík and Martin Heidegger: From Marxism to Traditionalism", en Feinberg, Landa y Mervart (2022): Karel Kosík and the Dialectics of the Concrete. Koninklijke Brill NV, Leiden. Pág. 281.
[12] Ídem: Reflexiones Antediluvianas. Editorial Itaca, México D. F. Pág. 21.
[13] Kohan, Néstor: "La filosofía militante de Karel Kosík (1926-2003)", en Utopía y praxis latinoamericana. Año 9 Nº 27 (octubre-diciembre 2004). Págs. 93 y 94.
[14] Landa, Ivan: "Labour and Time: Kosík's Temporal Materialism", en Ídem (2022): Karel Kosík and the Dialectics of the Concrete. Koninklijke Brill NV, Leiden. Pág. 281. Pág. 105.
[15] Ideas que aparecen en Ídem: Reflexiones Antediluvianas. Editorial Itaca, México D. F. Págs. 26, 30, 109, 117, 221 y 229. Y en Ídem: Století Markéty Samsové, Český spisovatel, Praga, 1993. Págs. 11–21.
[16] Landa, Ivan: "Labour and Time: Kosík's Temporal Materialism", en Ídem (2022): Karel Kosík and the Dialectics of the Concrete. Koninklijke Brill NV, Leiden. Pág. 281. Pág. 101.