jueves, 8 de agosto de 2019

El enigma de Neruda (1961)




El enigma de Neruda (1961)

Karel Kosík [*]


Qué despreocupados son esos tiempos en los que el pasado se parece a una galería bien organizada de retratos selectos e ilustraciones. A cada personalidad se le da un nombre, clasificado y evaluado, y el público se detiene con reverencia ante los más importantes retratos y repite las a menudo pronunciadas palabras: este era un romántico; ese otro con barba era un liberal, ese melancólico era un decadente, ese un optimista, y ese un anarquista extremo. Todo en este museo imaginario ocupa un lugar distintivo, cada ilustración está exactamente definida y marcada de una vez por todas. Las épocas revolucionarias, de todos modos, no gustan del ambiente de los museos. Revalúan todo aquello que ha sido evaluado, prueban todo aquello ya probado, desacralizan lo consagrado, rompen con el orden establecido, revelan lo nuevo, desconocido, o medio olvidado, y plantean ante la ciencia “enigmas” –digamos el “enigma” de Palacký y el “enigma” de Havlicek. La esencia de estos “enigmas” era la inadecuación y el conflicto entre la concepción general y ciertos hechos –revelados o presentados como problemáticos– que no se correspondían a tal concepción. 

Es evidente que la suposición tradicional no puede explicar racionalmente varios hechos importantes. En tales momentos la ciencia se enfrenta a una elección: o bien defender la vieja concepción o bien elaborar una nueva. La defensa de una vieja concepción consiste en varias posturas defensivas: los hechos en cuestión son declarados insignificantes e incidentales, y, como tales, no existen para la concepción; los hechos son registrados y explicados, o, más precisamente, justificados por un examen general (la persona concernida todavía no ha captado, y no es, en ese momento, ni tan siquiera capaz de captar el papel de la clase trabajadora). O eso, o bien la defensa de una vieja concepción consiste en responder preguntas retóricas. (“¿Qué más puede hacer la personalidad en cuestión en una situación histórica dada?” “No podemos evaluar la persona concernida por medio de perspectivas del siglo XX.”) Finalmente, los hechos son registrados, dispuestos contra otros hechos, y se establece un antagonismo artificial o falso: en esta alquimia dialéctica dos personalidades son creadas a partir de una. (Palacký existe en dos vidas, una como un historiador progresivo y, segundo, igualmente y bastante independientemente, como un “político conservador y reaccionario.”) Ocurre que la nueva conceptualización en su misma esencia está conectada en realidad a la vieja concepción, que sólo retrae o invierte mecánicamente. La disputa entre la suposición tradicional que sólo ayer era aceptada de forma general y los hechos que de ninguna manera pueden ser “clasificados” requiere nuevas ideas y nuevos métodos si debe ser resuelta científicamente, esto es racionalmente, y substancializada. 

¿Existe el “enigma de Neruda”? Supongo que lo hizo: se originó en el momento en que el “proletario” de Neruda fue revelado y cuando el ensayo Mayo (Májový fejeton) de 1890 fue acordado justificadamente de extraordinaria significación. Este aspecto del trabajo de Neruda estaba en conflicto con otra realidad indispensable, con la participación activa de Neruda en el grupo político de Jóvenes Checos. La controversia alrededor de Neruda comenzó de este modo: La declaración de Fučik sobre el “proletario” de Neruda fue adoptada al pie de la letra, y Neruda se volvió el socialista que colaboraba con Las noticias del Pueblo de hecho simplemente por razones tácticas para, de este modo, propagar subrepticiamente propaganda roja en el periódico burgués más ampliamente leído. De acuerdo con otras versiones, la afiliación de Neruda a los Jóvenes Checos fue encubierta o inventada y totalmente sin importancia. Y desde el momento en que parece que el destino de Neruda depende de los Jóvenes Checos, la resolución del enigma de Neruda se centra en un análisis de los Jóvenes Checos, con el reclamo moribundo: tan pronto como los Jóvenes Checos dieron la espalda a la democracia y se volvieron un partido político liberal burgués, Neruda tuvo una discusión con ellos y experimentó una larga “crisis Joven Checa”. Según esta respuesta, una dependencia positiva en los Jóvenes Checos es transformada en una dependencia negativa, pero en ambos casos la llave al problema de Neruda es buscado entre los Jóvenes Checos. ¿Está justificada esta absolutización positiva o negativa de los Jóvenes Checos? Nuestras observaciones tratarán de mostrar la naturaleza problemática de estas soluciones. 

Primero de todo, la conceptualización del mundo de Neruda no puede ser equiparada con el programa o la ideología de los Jóvenes Checos. Tal interpretación promueve la ilusión de que los Jóvenes Checos son la deseada “realidad social” sobre las bases de la cual el trabajo de Neruda debería ser interpretado, y, al mismo tiempo, son olvidadas realidades más originales y auténticas. Se trata de los movimientos de liberación Checa, que no pueden ser reducidos a los Jóvenes Checos, y del problema social de la segunda mitad del siglo XX con luchas de clases, conflictos Europeos, corrientes filosóficas, descubrimientos en las ciencias naturales, movimientos literarios. Todo esto en su totalidad y en su individualidad, trascendió el horizonte de la ideología de los Jóvenes Checos. Por lo tanto, la visión del mundo de Neruda no puede ser adscrita a su afiliación a los Jóvenes Checos; al contrario, debemos interpretar su participación en los Jóvenes Checos desde su visión del mundo. Sólo así podemos explicar la significación de Neruda como Joven Checo (generalmente identificada como la visión del mundo de Neruda) y cómo era la conceptualización del mundo de Neruda. 

La visión del mundo de Neruda posee una notable fuerza integrativa. Los hechos más diversos y no relacionados mutuamente de forma evidente –fenómenos económicos y eventos históricos, arte moderno, la cuestión de las mujeres, etc.– son consumidos y digeridos en esta visión del mundo que los cultiva e interpreta uniformemente. Por supuesto, la visión del mundo de Neruda evoluciona. Esta evolución es la elaboración y concretización de una visión del mundo democrática, pero no es de ninguna manera una transición o transformación desde una conceptualización del mundo democrática a una socialista. La conocida evolución de Neruda desde “Cementerio de flores” (Hrbitovní kvet) a “Ensayo de mayo” (Májový fejeton) desde “la gente pobre al proletariado”, es movimiento dentro del marco de una sola visión del mundo, la evolución interna de esta visión del mundo. Por lo tanto, el problema es ¿cambió la visión del mundo de Neruda tan substancialmente en el curso de treinta años que esta metamorfosis pueda ser caracterizada por dos grupos sociales diversos, el de abajo y el de arriba, las masas pobres y el proletariado? O la visión del mundo de Neruda fue tal que a través de la integración de hechos heterogéneos y la absorción de eventos históricos substanciales (el problema social, las ciencias naturales, la Comuna de 1871, el Primero de Mayo de 1890) fue enriquecida y concretizada internamente, pero llevó a cabo toda esa actividad integrativa desde una sola base, un solo punto de partida, un solo punto de vista fundamental. 

Lamento que debo estar en desacuerdo con una leyenda dulce y confortante. Pero permítasenos releer, esta vez cuidadosa y críticamente: “Con un ritmo pacífico y acerado, los batallones de trabajadores, innumerables, vastos, llegaron el Primero de Mayo de 1890, y se alinean en una procesión popular para iniciar el eterno mismo paso acompañados por el resto de nosotros hacia metas humanas exaltadas, con una sola justicia, igualmente cargados, igualmente bendecidos.” El contenido conceptual de estas oraciones es completamente idéntico al de la concisa declaración de Neruda de 1867: “El trabajador establecerá sus propios derechos en unión con la gente.” En ambas habla un demócrata, no un socialista. 

Sea como fuere, el problema está lejos de agotado. La cuestión permanece: “¿Cuál era la visión del mundo de Neruda?” Una visión del mundo es una conexión espiritual activa que ata creencia política, comprensión filosófica, definición artística, programa literario, y una visión del hombre, la naturaleza y la realidad en general en un todo orgánico. Una visión del mundo o conceptualización del mundo es la posición histórica concreta del hombre vis-à-vis el mundo, y esta posición activa se manifiesta en la unidad de la actividad práctica, pensamiento, sentimiento, imaginación y valores. Las contradicciones (por supuesto, nos referimos a contradicciones reales, no artificiosas) no violan esta unidad, sino que más bien la consolidan y definen su naturaleza más estrechamente. 

Neruda elaboró una visión del mundo rica. Uno de sus polos, el más progresivo y audaz, se origina de las masas humildes, desde una conexión con la gente, desde una posición y sentimiento de exclusión social (Neruda “el proletario”). Su otro polo está anclado en el partido Joven Checo. La columna vertebral de esta visión del mundo, y el núcleo activo que ata ambos polos y desarrolla el activismo integrativo en cuestión, es la convicción de que la democracia burguesa es capaz de progreso y de un incesante perfeccionamiento de sí misma, que posee suficientes fuerzas interiores para transformar gradualmente a los proletarios excluidos y a la gente pobre en ciudadanos con plenos derechos y clasificarlos en una procesión unificada de humanidad en movimiento. El núcleo activo de la visión del mundo de Neruda es la expresión ideal del movimiento inevitable y poderoso del progreso burgués que ha alcanzado todos los continentes y pueblos. Es una expresión que humaniza el mundo, ya que lo ilumina con la antorcha brillante de la razón y el sentimiento humanos, espantando los fantasmas y prejuicios de la Edad Media, el movimiento que impregna todas las esferas de la realidad desde la economía a través de las libertades políticas hasta los florecimientos de la ciencia natural y el pensamiento positivista. Esta visión, que se identifica a sí misma con la toma de posesión burguesa como algo positivo, como algo en lo que uno puede creer, como algo de lo que pueden emerger las propias fuerzas creativas e individuales, no rechaza el conflicto y la lucha, la miseria y la desesperación. Declara y expone estos fenómenos porque parte de la convicción de que serán superados y mejorados con el desarrollo del positivismo burgués. Pero los humaniza al mismo tiempo porque los experimenta desde su polaridad plebeya como una realidad negativa e insurreccional. El Joven Checo Grégr, uno de los primeros exponentes del Darwinismo Social entre nosotros, ve la historia como una eterna lucha en la que los fuertes prevalecen. En oposición a eso, la visión de Neruda está dirigida al hecho de que la gente perece en esa lucha. 

En las tierras Checas del tiempo de Neruda los actores/abanderados políticos prácticos de la ola mundial de progreso burgués irrestricto fueron los Jóvenes Checos, la única fuerza política progresiva organizada de la burguesía Checa. Esto significa que la participación en los Jóvenes Checos tiene una función totalmente cristalizante en la visión del mundo de Neruda. La imaginación del escritor, la relación con la naturaleza y la gente, el concepto del universo y el hombre, fueron inspirados por fuentes más originales y vitales que la representada por la ideología Joven Checa. Por supuesto, el vínculo de Neruda con los Jóvenes Checos no es secundario o exento de importancia: estaba unido a ellos por ligaduras de amistad personal, dependencia material, posición social, agenda política y solidaridad nacional. Sin embargo, ni la eliminación radical de todos estos vínculos con los Jóvenes Checos, ni una subsiguiente ruptura con sus políticas y programa le llevarían automáticamente a abandonar una conceptualización democrática del mundo, a cruzar el Rubicón que separa la ideología democrática de la visión proletaria del mundo. 

Por lo tanto, la así llamada crisis de Neruda como Joven Checo no significa una crisis de su visión del mundo; ni tampoco en las últimas décadas ni en los últimos años de su vida Neruda abandonó la posición de democratismo “integrativo” optimista. En 1890 dio la bienvenida a los batallones de trabajadores como una fuerza fresca, rompedora, que estaba alineada con la fuerte corriente de progreso democrático, y cuyos primeros destacamentos lucharían por la victoria de la humanidad. El contenido conceptual de esta revelación puede ser demostrado más simplemente por la alternativa: ¿Se tragará la sociedad positiva –esto es– burguesa (en la terminología de Neruda: la humanidad, la democracia, el progreso, el humanismo) la negatividad –esto es, la pobreza, el ostracismo, los pobres, el proletariado– o se tragará esta negatividad lo positivo? La primera visión es burguesa y democrática, mientras que la segunda es el germen de una visión revolucionaria y proletaria. En el primer caso el progreso burgués es la fuerza activa para la transformación, mientras que en el segundo el sujeto histórico es el proletariado. 

El círculo debe cerrarse. El Ensayo de Mayo, que provocó una revaluación de Neruda y se volvió el punto inicial para una comprensión más profunda, debe él mismo ser juzgado críticamente en el marco de la obra completa. Los momentos que hacen posible una visión de Neruda en nuevos aspectos y contextos deben ser clasificados ellos mismos en la totalidad de la obra creativa de Neruda, su personalidad, y su concepción del mundo, para poder ser comprendido y explicado con precisión. Neruda es un fenómeno tan grande, y es innecesaria la idealización. Nosotros respetamos la riqueza de la cultura democrática de Mácha y Neruda, porque sólo al hacerlo así seremos capaces de evaluar la mayor parte de la cultura socialista de Fučik y Nezval.



[*] Texto aparecido originalmente como "Nerudovská hádanka" en Plamen III. Nº 8. 1961. Págs. 70-73. La traducción al castellano, de Gerard Marín Plana, toma sin embargo como referencia la versión en inglés de Julianne Clark, en la antología de textos de Karel Kosík editada por James H. Satterwhite The Crisis of Modernity. Essays and observations from the 1968 era. Maryland, Rowman & Littlefield Publishers, Inc. 1995. Págs. 117-122.

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