miércoles, 10 de julio de 2019

La moral en tiempo de globalización (1999)



La moral en tiempo de globalización (1999)

Karel Kosík [*]


Quien se pregunta qué es la globalización debería renunciar de antemano a dos prejuicios generalizados. El primero se relaciona con la historia, el segundo con el Estado, ambos entre sí.

Transformaciones y sustituciones

1. Lo que hasta hoy no se ha conseguido, a pequeña escala, en la investigación científica ya ha sido realizado, a gran escala, por la historia: originar una formación extraña, una rara combinación de mecanismo y de materia viva, de tecnología y de naturaleza, una síntesis vital del hombre con la máquina. Este "mundo" artificial funciona e impone las reglas de su comportamiento a los hombres, sus inventores y constructores. La opinión pública, que por otro lado registra un número incontable de novedades, no sabe de este evento revolucionario, no ha tomado conciencia de él y se encuentra ancorada a viejas ideas cuando juzga la realidad. Considera que el Estado está entre los peores males del mundo, que, fijando debidamente los límites a la esfera de sus competencias, volviéndolo más ágil y haciéndole perder la tradicional aureola "divina", se liberará espacio para el libre juego de las benéficas fuerzas del mercado, que garantizarán comodidad y libertad. La opinión pública, junto con la mayoría de los políticos, pasa por alto que, más potente que cualquier Estado y cualquier libre competencia del mercado, es la nueva formación, el sistema funcionante planetario.

2. Tal formación no es un mecanismo, no tiene las características de una máquina, es un auto-mata o si se quiere un auto-móvil sin precedentes: se mueve por sí mismo, sin intervención externa, la esencia de su movimiento es el crecimiento, la proliferación, la expansión, el perfeccionamiento. Como conglomerado de técnica, ciencia, industria, finanzas, arte militar e ideología representa la fuerza más potente de nuestro tiempo, en confrontación con la cual el Estado y el mercado pierden importancia, terminan en una posición subordinada. Su particularidad inadvertida es que para funcionar no necesita ninguna moral, se mueve fuera del bien y del mal.

3. ¿Qué le ha ocurrido a la moral en el tiempo de gobierno de esta formación global? Se ha disgregado en dos factores, ambos moralmente impotentes. En esta forma degenerada existe la "moral" como complejo de normas técnicas, a las cuales se atiene el funcionamiento del sistema, y como retórica moralista, la cual oculta el hecho de que el sistema funcionante excluye la moral de su modo de proceder. La economía del sistema en función se libera de todas las cargas inútiles y de los obstáculos que frenan la aceleración del progreso: la moral pertenece a los factores perturbadores del funcionamiento.

4. El sistema funcionante ha sido construido por el hombre moderno en la presuntuosa soberbia de ser señor y amo de la naturaleza, príncipe de todas las cosas. El fin inicial era facilitar y hacer más placentera la vida. Gradualmente, sin embargo, el sistema se ha emancipado del hombre, siguiendo su propio camino, hasta llegar, al fin, a una inversión de época: el hombre-sujeto pierde el control de su criatura, muda en objeto, mientras el sistema se eleva a pseudo-sujeto, se traga al hombre y lo transforma en un accesorio disciplinado y servicial de su propio funcionamiento. La sombra que acompaña la transformación es el hecho que el hombre persiste en su presunción de ser señor y amo, hecho que contrasta tan claramente con la posición servil real. La dialéctica del amo y el siervo tiene lugar como ironía burlesca de la historia.

5. La investigación científica, parte relevante de la mencionada simbiosis moderna, es capaz de producir sustancias artificiales como sustitutos de propiedades iguales e incluso cualitativamente mejores de los materiales naturales. Nos encontramos en la era de la "sinteticidad". Los tiempos modernos pueden producir no sólo sustancias artificiales, sino también historias y placeres artificiales, así como vida artificial. Vivimos en la época de la sucedaneidad general. En el lugar de la diferencia entre bien y mal se pone una distinción sustitutiva, sucedánea: ni bueno ni malo, sino la prioridad del rendimiento, del éxito, del provecho, de la rentabilidad, del ascenso rápido y del enriquecimiento.   

6. El sistema funcionante crea una comunidad autosuficiente, absolutamente intolerante, que no soporta nada diferente de sí misma, nada que sea superior: se traga y consume para sus propósitos todo aquello con lo que entra en contacto. Destruye la pluralidad y como sucedáneo, en su lugar, asienta la variedad.

7. Los demoledores de muros locales y regionales son al mismo tiempo los constructores de un único y gigantesco muro global, que no es una anticuada cortina de hierro, va con el espíritu del tiempo, el progreso de la tecnología y está construido con los más modernos materiales sintéticos. La humanidad está encerrada en un engañoso juego de espejos. Los hombres, apresados en el espejo falso, pero encantador de los medios de comunicación, levantan la mirada sobre las celebridades planetarias y las veneran como modelos inalcanzables. Como presos encadenados de un desatado subjetivismo imperial, característico de la edad de la globalización, proyectan la propia desmesurada avidez en el espacio y en el tiempo: consideran esta realidad deformada la última palabra de la historia.

8. El gobernante-globalizador planetario se llama pséudos, no-verdad. Su dominio se afirma como una sustitución global: lo eficaz y lo fructífero, lo efectivo (eficiente) y lo efectista (según impresión calculada), figuran como sustitutos de la distinción liberadora del bien y del mal.

Crecimiento

9. Quien hoy lee el Cármides, diálogo de Platón, no deja de asombrarse y se pregunta: ¿el antiguo filósofo griego es nuestro contemporáneo? ¿Ha escrito de nuestro tiempo? ¿Posee el don profético de prever con millares de años de anticipo? ¿De dónde proviene su "actualidad"?

Un filósofo no es un profeta que vaticine el futuro a partir del vuelo de los pájaros, ni tampoco es un comentarista conforme al espíritu del tiempo, poseído por la "actualidad" y la novedad. Partiendo de la experiencia del propio tiempo, Platón ha reflexionado sobre la amenaza que afecta a todas las sociedades privadas de moral. ¿Qué sucede si la sociedad renuncia a la moral y la reemplaza con otra cosa, con un sucedáneo? Qué sucede cuando desaparece el conocimiento relativo al bien y al mal? Aparentemente nada cambia, aparentemente todo sigue en orden: los médicos, gracias a su conocimiento especializado, siguen curando a los enfermos, los zapateros, gracias a su conocimiento especializado, continúan fabricando zapatos, los tejedores, gracias a su conocimiento especializado, producen tejidos, los timoneles, con su conocimiento especializado, guían los barcos que surcan los mares, aparentemente no falta  nada. Pero, querido Critón, dice Sócrates, que todas las cosas sean hechas buenas y beneficiosas, esto faltará, si renunciamos al conocimiento que distingue el bien del mal.

En una sociedad sin moral los especialistas son reconocidos en su lugar, cada uno da el máximo rendimiento y trabaja con gran ímpetu, todo funciona y está en orden, pero en este tableteo es como se hace oír el funesto sonido monótono del gigantesco y anónimo molino, del cual escribe Novalis (1799), que bajo su muela lo tritura todo hasta destruirse a sí mismo.

10. Crecimiento: palabra mágica de la época de la globalización. ¿Qué quieren oír los hombres, reducidos (vale decir: humillados) a electores y consumidores? Vuestro nivel de vida mejorará, se espera un incremento del ingreso nacional, crecerá la red de autopistas y comunicaciones, aumentarán las informaciones, las diversiones, las necesidades, las inversiones. Seamos testimonios presenciales e hijos felices de un crecimiento nunca visto, imparable, ilimitado.

11. A este crecimiento pertenecen las mutaciones (las variaciones) más grotescas. En este crecimiento prolifera una sociedad superior con mafia y hampa, con policía y bandas criminales, la guerra y la paz se funden en un único y confuso proceso. En el proceso de crecimiento aumentan tanto la riqueza de la minoría privilegiada como la pobreza de la mayoría castigada, crece la devastación para todos. Pertenece a la esencia de este crecimiento el hecho de que las condiciones no obedezcan a los hombres y los dominen como fuerzas incontrolables. Escenas fantasmagóricas, que describe el lenguaje de la vida cotidiana, son aceptadas por la opinión pública como normalidad y sin escándalo. Nadie reflexiona sobre la perversidad y su revolvimiento, que cotidianamente corredores y mercaderes anuncian en sus noticias: la moneda (marco, corona) hoy se ha comportado con nerviosismo, la moneda (marco, corona) ha caído dramáticamente. En el movimiento de las cosas, en estas relaciones mistificadas entre los hombres, expresado en un lenguaje mistificado, en esta multiplicidad de mistificaciones se enreda y entrelaza el destino de los mortales.

12. Con mayor velocidad que la producción y el nivel de vida crece y se difunde una peste, ante la cual el tiempo moderno es tan impotente como lo fue el medievo ante el hambre y el cólera. La peste de la era de la globalización: el vacío. En apariencia se manifiesta como aburrimiento, como incapacidad de los hombres de hacer frente al tiempo libre: no saben qué hacer con él, por eso piden a las instituciones, públicas o privadas, que organicen las distracciones por su cuenta, de suyo no saben divertirse, no saben festejar. El vacío que todo lo permea, integrado en el sistema funcionante y con él fusionado, representa una amenaza para la humanidad moderna, no el único sino el más grande.

Nace así la brujería moderna: el sistema funcionante produce en creciente medida el vacío (la anulación, la vanificación) y al mismo tiempo lo esconde hábilmente, con trucos de prestidigitador.

13. Los cirujanos ideológicos extirpan a los hombres un órgano natural, como es el sentido para reconocer el bien y el mal, lo conectan a un instrumento artificial, a través del cual la realidad se transforma en una caricatura vaciada: sólo queda la diferencia entre lo rentable y lo deficitario, entre lo lucrativo y lo perjudicial. El vacío y la pérdida del sentido son los principales peligros que se ciernen sobre la humanidad moderna. Contra esta amenaza son impotentes los agrupamientos bélicos más avanzados y poderosos.

Fatum y moral

14. Con la globalización el hombre entra en el estadio de la máxima amenaza: se abandona a la fatalidad. A diferencia que en el destino de la tragedia antigua, en la fatalidad moderna no tiene derecho a hablar la justicia, sino la burla cínica y el sarcasmo: el señor de la creación se pone voluntariamente al servicio del sistema funcionante y se somete a su mando. La moral es despreciada y dejada fuera de juego, y en su lugar se imponen los sucedáneos.

La moral es el saber de la diferencia entre bien y mal. En el momento en el que el hombre, en su pensar y actuar, respeta tal diferencia, en el momento en que es el lugar en el que se hace tal articulación, la moral existe como poder liberador. La diferenciación moral tiene el aspecto de un severo mandamiento: "¡no matar!", o de comunicación que sacude y estremece: "Muchas son las cosas terribles (δεινά), y no hay nada más terrible que el hombre (δεινότερον). (...) A veces se inclina hacia el bien, otras se deja arrastrar hacia el mal." (Sófocles).

15. Fatalidad significa capitulación: el hombre se somete a algo (no a alguien, como en el tiempo antiguo) y como recompensa espera seguridad, certidumbre, confort. Renuncia a lo esencial con la engañosa esperanza de que acumulando exteriores bienes terrenales, cubierto de ellos, conseguirá la felicidad, la satisfacción, la reconciliación.

En la irreversibilidad de su proceso, la fatalidad compromete al hombre en su totalidad, con toda su energía, pero lo impulsa a objetivos secundarios, y así lo transforma en parcialidad, unilateralidad, en mutilado.

16. La moral nace del saber de lo que es bueno y lo que es malo. ¿Sabemos de una vez para siempre y sin estudio qué es el bien y qué es el mal? Lo sabemos y no lo sabemos. Y debido a que estamos colocados entre este saber y no saber,  siempre y de nuevo debemos preguntarnos. Preguntar es algo distinto a interrogar: pregunta no es interrogación. Ésta exige información y apenas la obtiene se diluye, para dejar el sitio a una interrogación ulterior. La pregunta se mantiene y continua, su elemento es el diálogo. Confundir la pregunta con la interrogación es una de las manifestaciones de la falsedad imperante. Arrojada la cuestión de qué es el bien y qué la verdad, obsesionados con una serie infinita de interrogantes, los hombres no se preguntan qué es bueno y qué es malo, sólo quieren saber lo que les beneficiará, lo que les será ventajoso, lo que les proporcionará un lugar bien alto.

17. El hombre es capaz tanto del bien como del mal: en esto consiste su libertad. No se encuentra encadenado de una vez por todas ni al bien ni al mal, cada vez decide entre ambos: el bien y el mal no hechizan para siempre esta o aquella figura o formación histórica, nadie es señor permanente de uno o del otro. Sobre la distinción entre el bien y el mal se disputa de forma incesante, el mundo nace de esta disputa. Y la partida recomienza de nuevo con cada nueva generación, con cada invención técnica, con cada cambio social.

La nueva clase dominante

18. El gobernante-globalizador planetario se parece a una visión mística. Decide y manda, organiza la realidad, pero no se muestra, se mantiene en el fondo, oculto; para hacer todo el trabajo para él hay ayudantes, representantes visibles. Dispone de una nueva clase dirigente, que gobierna a escala planetaria, pero sólo mientras le sirva. La servidumbre es el rasgo inherente de su dominación.

Los miembros de esta nueva clase de gobierno son los trabajadores de mantenimiento y los administradores del sistema funcionante planetario (global), es decir, de la fatalidad imponiéndose. Se identifican con el sistema hasta el punto de no darse cuenta de su duplicidad (junto con el bienestar de una minoría produce el vacío que amenaza a todos), se sienten como "personalidades históricas" y no reconocen su condición servil.

La clase gobernante planetaria (global) es representativa. Presenta y garantiza la presencia (la existencia) de las fuerzas decisivas. Ya se trate de políticos, de diplomáticos, de banqueros, de mánagers, cuando se encuentran en cualquier reunión o asamblea en sus personas se presentan (aunque estén ausentes) bancos, estados mayores, grandes empresas de armamento. A través de sus representantes, tales instituciones se aseguran su presencia sobre la tierra, los océanos, el aire, y nadie se puede tomar su presencia (existencia) a la ligera.

Alrededor de los grupos de poder se reúnen, como en una corte moderna, las "celebridades planetarias" de cantantes, top models, estrellas del cine, boxeadores y jugadores de fútbol. Son los adornos que sirven para divertir y encadenar al sistema. Son célebres porque se habla mucho de ellos. Se habla de aquellos de los que se habla. El estadounidense Daniel J. Boorstin describió acertadamente el cambio que está atravesando la sociedad moderna en su libro que no envejece [1]: ya no hay héroes, sino celebridades. El héroe se hace con sus propios actos, la celebridad se construye, la fabrican los massmedia como en una cadena de montaje. El héroe permanece, la celebridad muere con la misma velocidad con la que se lanzan al mercado, a menudo durante el espacio de una mañana.

A distancia creciente de los supremos gobernantes planetarios se mueven los funcionarios de nivel inferior, los gobernantes locales y regionales, que se distinguen por el bajo servilismo, complaciente y anticipador. Hacen, antes de que se requiera, lo que leen en los ojos de los altos funcionarios, pronuncian en voz alta lo que esconden sus pensamientos; muestran y advierten que son sus hombres, confiables y serviciales: bajos sirvientes.

19. La globalización tiende a la creación de un gobierno mundial (Global Governance) y de un súper-Estado, ¿estamos entrando en la época del gran "juego global"? ¿Quiénes serán los participantes? De algunos proyectos se deduce que entran en juego las más diversas organizaciones e instituciones de poder, mientras para los ciudadanos, para el hombre común vale lo siguiente: no admission. Se tiene cuenta de organizaciones internacionales y supranacionales y de Estados nacionales (con soberanía limitada), sin olvidar los actores globales privados (Private Global Players), como grandes empresas multinacionales, medios de comunicación, la banca internacional [2].

En el juego global figuran actores de dos tipos: los héroes positivos y los personajes negativos. Los héroes positivos, las ya mencionadas organizaciones supranacionales conectadas a nivel planetario, organizan, conferencian, negocian, deciden, mientras las figuras negativas vegetan en algún lugar detrás de la escena, sobre la escena se trata de ellas sin ellas, como dificultades, problemas, peligros (desempleo, terrorismo, drogas). ¿Qué sucederá si todo tipo de elementos negativos, productos del sistema en función, entran inesperadamente y sin permiso en juego?

Doctrina en lugar de moral

20. En una visita reciente de un ministro turco a Praga, ninguno de los anfitriones que lo recibieron le preguntó cómo respeta los derechos humanos su país, si el gobierno de Ankara está dispuesto a negociar por la concesión de la autonomía a la numerosa minoría Kurda. Los políticos checos, en otras ocasiones tan ingeniosos y elocuentes, han callado esta vez: ¿el aliado es aliado? Right or wrong, my country?

21. El Papa Juan Pablo II en el Vaticano y el senador Václav Benda en Praga consideran al general Augusto Pinochet un salvador que, con su golpe de estado, previno la catástrofe inminente y contribuyó a salvar la paz durante la guerra fría.

En nuestro siglo, de ambos lados, "izquierda" y "derecha", se practicó a menudo la política del primer golpe directo para evitar un peligro. En junio de 1941 Alemania agredió a la Unión Soviética, con el fin de prevenir su propósito de atacar a la "civilización occidental". En 1968 la Unión Soviética ocupó Checoslovaquia para impedir "la contrarrevolución" en ciernes. El escenario de "ataca primero, para frustrar el ataque rival" ha sido aplicado y provado muchas veces, pero solamente en nuestro tiempo, parece, recibe una motivación "teórica".

22. En presencia de un general alemán, en el Castillo de Praga se escuchó que la Alianza atlántica debe tener la posibilidad de intervenir, también sin el acuerdo del Consejo de seguridad de la ONU, si "nuestra conciencia", "nuestra sensibilidad humana" y el deber de defender la paz nos conducen al convencimiento de que es necesario "poner freno al sufrimiento y al asesinato" [3]. Según esta visión el derecho a la "intervención preventiva" está entrando en una dimensión global.

Los puntos de vista del Santo Padre, del senador Benda, del presidente Havel fluyen en una corriente de la que emerge una nueva doctrina -el derecho al primer golpe. La ideología ensalza la práctica del general Pinochet (y del general Franco) a altura "teórica" y le confiere durabilidad y legitimidad. Quien constata un peligro inminente y teme posibles masacres tiene el derecho de llevar a cabo masacres reales, es su "consciencia" lo que lo alienta a cometer tales actos, tiene el permiso de asesinar y meter en prisión dirigentes obreros, demócratas, intelectuales críticos. Esto que en el pasado venía siendo una práctica común en diversas partes del mundo, en nuestros días recibe la máxima consagración. Instituciones y fuerzas privilegiadas tienen, según "la doctrina de los generales", el derecho de anticipar, de evitar, de prohibir eficazmente; en sus manos se concentra la posibilidad y el deber de la prevención, con el fin de garantizar seguridad y orden. Un mal potencial puede ser conjurado con el primer golpe, con el mal real. Los generales (según las instrucciones de los políticos) pueden escoger qué parte del planeta elegir como objetivo real y como campo de tiro en vivo, para probar la más pionera técnica bélica y verificar la preparación de los Estados mayores.

Elogio de la exigüidad

23. El destino del planeta está en la balanza. ¿Pesará más la razón con la moral, o bien la ciega fatalidad que se está imponiendo? ¿Comprenderán los hombres a tiempo que están mortalmente amenazados por un sistema funcionante privado de moral, de la fatalidad, que dispone tanto de mecanismos eficientes para eliminar el pensamiento crítico como de una policía planetaria, lista para ataques aéreos y de misiles en cualquier momento?

Contra la fatalidad histórica y la doctrina del primer golpe surge la filosofía de la liberación, que nos recuerda que el destino del hombre no es la devastación del planeta, sino habitar poéticamente la Tierra. ¿Escucharán los hombres la voz de la razón y de la consciencia o no la advertirán, ensordecidos por el ruido de la publicidad y los medios de comunicación de masas?

Lo que libera, germina y madura lentamente, oculto, y al principio se manifiesta como una exigüidad risible. Pero la historia nos abastece de ejemplos de inicios in-significantes que derivan en grandes advenimientos. Por exiguo que parezca, importante es el inicio.



[*] Texto aparecido originalmente como "Morálka za časů globalizace", en Salon, suplemento literario de Právo, 25 de marzo de 1999. Y, más tarde, en Poslední eseje, Filosofia, Praga. 2004. Págs. 89-101. Disponible en: http://www.sds.cz/docs/prectete/epubl/kk_mzcg.htm.

La presente traducción al castellano, de Gerard Marín Plana, se basa, cotejada con el original checo, en la traducción al italiano a cargo de L. Antonetti para MicroMega. Nº 4. 1999. Págs. 105-113.

[1] D. J. Boorstin. The image. A Guide to Pseudo-events in America. Atheneum, Nueva York. 1962.

[2] ver D. Messner, Globalisierung, Global Governance und Entwieklungspolitik, "Internactionale Politic und Gesellschaft", n. 1/1999, p. 13.

[3] Právo, 13 de febrero de 1999.

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